Hola :)
Os dije que me iba a resultar difícil escribir hoy y creedme cuando digo que me ha sido casi imposible. Pero aquí está. Espero que entendáis que no es muy largo. Estoy ocupadísima este fin de semana y el poco tiempo libre que tengo lo paso estudiando. Tengo que deciros una cosa del concurso, cuando digo que es a partir del capítulo 17 no es obligatorio, pero no podéis cambiar nada de antes. Por ejemplo, si queréis que este capítulo (el número 19) sea igual que en vuestro final alternativo puede serlo y podéis empezar a inventaros el final a partir de aquí. Puede ser a partir de donde queráis. En fin, os dejo este capítulo aquí y, como siempre, espero que os guste. Saludos ^^
-¡CLOVE! - me agacho junto a ella y le
cojo las muñecas. Busco su pulso y, finalmente, lo encuentro.
Suspiro fuertemente. Ese cañonazo no ha sido el de Clove.
Cojo su cabeza y beso con delicadeza su
frente.
-No te preocupes, encontraré a Cato. -
le susurro al oído.
Me pongo de pie y corro lo más rápido
que puedo. Cruzo el prado hasta llegar a un pequeño árbol negro en
cuyo tronco hay un agujero. Meto la mano y tanteo hasta encontrarme
con algo que parece un palo. Tiro de él y saco un gran arco de color
negro. Sigo buscando en el agujero hasta que encuentro un carcaj
oscuro con diez flechas. Me cuelgo ambas cosas al hombro corro hacia
la zona donde Clove apareció en el prado. Comienzo a descender lo
más rápido que puedo sin saber exactamente a donde ir. Clove
comenzaba a sufrir los efectos de las picaduras de rastrevíspulas,
comenzaba a tener alucinaciones, así que podría haber ocurrido en
cualquier sitio.
Entonces me tropiezo con algo, o mejor
dicho con alguien, y caigo al suelo. Saco una flecha del carcaj y la
pongo en el arco al instante, justo antes de girarme y apuntar al
chico que hay tirado en el suelo. Es Marvel, el chico del Distrito 1.
Tiene ambas manas en el cuello y respira con dificultad, emitiendo un
sonido horrible. Tenso la cuerda, dispuesto a matar por primera vez.
Recuerdo la primera noche en la que se topó con mi trampa. Si
estuviera en mi lugar, ahora mismo él estaría matándome de la
forma más dolorosa posible.
-Dispara – me dice con voz ronca.
-¿Dónde está Cato? - digo sin
apartar el arco y tensando más aún la cuerda.
Él me mira extrañado. Unos ruidos a
nuestro lado captan nuestra atención. Proviene de detrás de unos
matorrales de unos dos metros de altura. Saco el cuchillo de mi
cinturón y me acerco con el arco en alto. Rodeo la vegetación y veo
a un chico rubio arrodillado en el suelo.
-Cato – éste se da la vuelta. Tiene
los ojos inyectados en sangre. Tantea el suelo con la mano, buscando
su espada, que está a unos metros. - Cato – repito – Levanta. No
voy a matarte.
-¿Por qué?
-Hice una promesa. Ponte en pie.
Cuando consigue encontrar su espada, se
pone en pie con dificultad.
-¿Una promesa?
-Coge a Marvel y subid. - sigue
mirándome extrañado y sé que no va a confiar en mí. - Clove ya
está en la Cornucopia, a salvo.
Abre mucho los ojos.
-¿Clove está bien? ¿Cómo lo sabes?
-Será mejor que te lo explique ella.
Coge a tu aliado y subid.
-No – niega con la cabeza, algo que
no parece una buena idea ya que pierde el equilibrio y tiene que
agarrarse a un árbol para no caer. - No, hasta que no mate a tu
compañera.
-Escuchame – tenso la cuerda tanto
que, por un momento, temo que se rompa. - Tu no vas a matarla, Cato.
Ahora coge a Marvel y subid a la Cornucopia. Le prometí a Clove que
no te mataría, pero si amenazas a Katniss, tengo permiso de romper
esa promesa.
-¿Cómo que...?
-Escucha, si quieres saber detalles,
preguntáselos a Clove. Ahora, marchaos.
Cato bordea los matorrales sin darme la
espalda y yo lo sigo. Se agacha para ayudar a Marvel a ponerse en pie
y, poco a poco, comienzan a subir.
-Déjame que lo mate. -oigo que dice
Marvel mientras forcejea contra él.
-Estúpido. Si te enfrentas a él en
esas condiciones no serás tú el que mate.
Sigo descendiendo con el arco preparado
para disparar. Ya he puesto a Cato a salvo, como le prometí a Clove.
Podría haber matado al chico del uno, y aún me arrepiento de no
haberlo hecho. Pero a su compañera no la he visto y a ella no voy a
ayudarla.
Mientras sigo descendiendo pienso en el
cañonazo. ¿Habrá muerto Katniss? Intento recordar las palabras de
Clove. Katniss.... Rastrevíspulas. ¿Quería decir que a Katniss la
habían atacado unas rastrevíspulas? Un ruido ensordecedor hace que
me tape los oídos. Por encima de los árboles veo un aerodeslizador
acercándose. Empiezo a correr lo más rápido que puedo hacia donde
se dirige con un único pensamiento en mi cabeza: que no se lleve el
cadáver de Katniss. Del aerodeslizador baja una pinza enorme. Sigo
corriendo. Necesito ver a Katniss por última vez. La pinza coge algo
que no distingo por culpa de la vegetación y comienza a subir. Sé
que no voy a llegar a tiempo para verla, pero aún así sigo
corriendo. Colgando de la pinza, distingo una melena rubia. No es
Katniss. Es Glimmer, la chica del Distrito 1. Hay una profesional
menos.
Me detengo en seco y tomo aire. Sigo
descendiendo, ahora más lento. Si Katniss y los profesionales han
coincidido, debió de ser el lugar en el que estaba Glimmer. Cuando
llego más o menos a la zona no encuentro rastro de Katniss. ¿Habrá
muerto ella también y no he visto al aerodeslizador llevarse el
cadáver? Camino por la zona. También podría estar herida por las
picaduras. En ese caso, no puede haber ido muy lejos.
-Yo puedo ayudarte.
Más rápido de lo que jamás hubiese
imaginado, tenso el arco y apunto al lugar de donde procede la voz, a
los árboles. Escondida tras un tronco puedo ver una figura pequeña,
de piel oscura, con el pelo desordenado.
-¿Rue? - poco a poco, la cabeza de
Rue, la niña del Distrito 11, sale de su escondite.
La niña baja poco a poco del árbol
hasta llegar al suelo. No puedo seguir apuntándola con el arco, así
que guardo la flecha en el carcaj y me lo cuelgo al hombro.
-Sé donde está Katniss.
-¿Dónde?
-Ven – pasa junto a mí y me guía a
través de unos árboles hasta que llegamos a una zona donde hay una
gran roca. Junto a ella, oculta por unos helechos, distingo la trenza
de Katniss.
Corro hacia ella. Tiene hojas en los
brazos y el cuello y está tiritando. Me siento a su lado, cojo con
cuidado su cabeza y la pongo sobre mis piernas.
-Le he puesto yo las hojas. En mi
distrito nos dedicamos a la agricultura, así que sé algo sobre
plantas medicinales.
Observo más detenidamente las hojas
que rodean las zonas dañadas por las rastrevíspulas de Katniss.
-Has hecho un gran trabajo. - cuando la
miro, veo como se ruboriza un poco. Un detalle que hace que me
recuerde mucho a la hermana pequeña de Katniss. De repente, Katniss
tiembla más fuertemente, sobresaltándome - ¿Por qué tiembla?
-Serán las pesadillas. No sé cuanto
puede tardar en despertarse.
-¿Sabes qué ha ocurrido? - ella
asiente con la cabeza.
-Katniss huía de los profesionales y
se subió a un árbol. Pasaron la noche bajo el árbol, esperando a
que en algún momento ella bajase. Yo estaba en un árbol que había
cerca y le señalé el nido de rastrevíspulas que había sobre ella.
Katniss fue muy valiente. Subió lo más alto que pudo y cortó la
rama, pero se llevó unas cuantas picaduras. Todos los profesionales
salieron corriendo, pero la chica rubia no fue lo suficientemente
rápida. Katniss le quitó el arco – dice aproximándose a una gran
roca y sacando de un agujero un arco plateado.
-¿Por qué has salvado a Katniss?
-La he estado observando. Bueno, en
realidad os he estado observando a todo. Hay algo en Katniss, no sé
qué es, que me impedía dejar que muriese.
-¿Nos has observado a todos? - ella
asiente poco a poco. - ¿Quiénes quedamos?
-A parte de los profesionales quedamos
nosotros tres, el chico de mi distrito, la chica del Distrito 5 y
ambos tributos del Distrito 6.
-Cassy y Will.
-S, los he estado observando. Will
quería buscaros a Katniss y tú, quería aliarse con vosotros; pero
ella no quiso.
-¿De verdad? - me sorprende que Cassy
no quisiera buscarnos cuando parecía interesada de aliarse con
nosotros. - Los dos nos pidieron ser aliados pero Katniss se negó.
Will el otro día pudo matarme, pero no lo hizo.
-Lo sé, también hablaron de eso. La
chica le recriminaba no haberte matado. Dijo algo de que si te
hubiera matado tendrían el doble de posibilidades de volver. Pero
era extraño, hablaban en plural, como si fueran a volver los dos.
Creo que están enamorados – dice sin poder evitar una sonrisa –
y tienen alguna esperanza de poder sobrevivir los dos. – su sonrisa
desaparece de golpe – Es triste.
-Sí, no es bueno estar enamorado en la
arena.
-¿Lo dices por experiencia? - vuelve a
sonreírme pícaramente.
-¿Qué? - digo sorprendido.
-Tú y la chica del Distrito 2 parecéis
muy unidos. Ella también ha tenido posibilidades de matarte. La he
visto lanzar cuchillos y créeme, ella no hubiera fallado cuando te
cortó en el brazo.
Instintivamente miro mi brazo. La
chaqueta tiene un corte desde el que se puede ver la profunda herida.
-No estoy enamorado de Clove.
Simplemente me ha salvado la vida más de una vez.
-¿Por qué?
-Porque quiere ser diferente. Ella dice
que lo hace porque no quiere ser conocida como la típica profesional
despiadada.
-No me imagino a un profesional que no
sea despiadado – dice comenzando a reír.
Yo también río. Miro a Katniss que
ahora parece más calmada. Miro su pierna. Por el agujero de su
pantalón veo su quemadura, que ahora es de color rosa.
-¡Ey! No tiene la quemadura.
-Anoche recibió un paracaídas. - miro
a Rue y después a la maleta que hay junto a Katniss. La cojo y la
abro. Encuentro un pequeño tarro que supongo que será la pomada
para las quemaduras. Cojo un poco y me la unto en las manos, que
tienen un aspecto horrible.
-Sé que las suyas son más graves –
digo mirando a Rue que me observa en silencio – Pero las mías
escuecen bastante.
Cuando termino guardo el frasco y me
giro. Rue y yo nos quedamos en silencio.
-Yo puedo cuidarla, Gale.
Me quedo en silencio. No quiero formar
una alianza con Rue. Es una niña adorable, pero no tiene
posibilidades de sobrevivir y encariñarme con ella no me ayudará.
Tampoco quiero dejar a Katniss sola, no ahora que está inconsciente.
-Puedes fiarte de mí.
-Voy a volver a la Cornucopia. Quiero
saber cómo están los profesionales. Aún así vendré. Te traeré
lo que cace. ¿Te parece? - ella asiente y a mí se me ocurre algo
más que decir – Toma – busco en mi mochila hasta que encuentro
una ardilla, la última que tengo. Se la doy y ella la mira
desconfiada – También tú puedes fiarte mí, Rue.
La coge y se la guarda en una pequeña
bolsa que cuelga de su cinturón. Me pongo en pie y cojo el arco,
listo para disparar.
-Mañana vendré. Estarás por aquí,
¿verdad? - cuando veo que asiente comienzo a caminar hacia la
Cornucopia.
Cuando llego, me subo a la copa de uno
de los árboles que rodea el prado. Los tres profesionales que quedan
con vida están tirados junto al lago, pero solo uno se mueve. Clove
juguetea con la hierba. Sé que está consciente, pero no creo que
acercarme para ver como está sea lo más conveniente. Cuando mis
tripas comienzan a hacer ruido bajo del árbol y voy en busca de algo
para cazar. Encuentro una madriguera de conejos junto a unas rocas y
me escondo, esperando a que alguno salga. Cojo una flecha y la tenso
en el arco, listo para disparar. Paso horas sin moverme un milímetro
hasta que, finalmente, un conejo sale. Muevo suavemente los dedos,
los tengo adormecidos.
Justo cuando voy a disparar, un reflejo
rojo aparece tras un árbol captando mi atención e,
instantáneamente, disparo. Parpadeo un par de veces, sin comprender
qué ha ocurrido. Entonces suena un cañonazo. El conejo sale
despavorido y miro donde ha caído mi flecha. En la hierba, una chica
pelirroja tiene clavada mi flecha en el pecho. Supongo que es la
chica del Distrito 6. Me acerco a ella y le saco la flecha del pecho.
Después limpio la punta con la manga de mi chaqueta. La chica tiene
los ojos abiertos y la mirada perdida. Me arrodillo junto a ella y
paso mis dedos por sus párpados, haciendo que cierre los ojos.
Después la miro detenidamente. Acabo de asesinar a una persona y no
siento arrepentimiento, ni siquiera pena. En el fondo, ahora mismo,
siento que soy capaz de volver a matar a cualquier persona . Cojo una
bolsa que lleva encima y la abro. En ella hay comida: un par de
pájaros, pan y fruta. Meto la bolsa dentro de mi mochila y decido
volver a la Cornucopia. Dejo atrás a la chica y a la madriguera y
comienzo a subir.
Una parte de sólo puede pensar en lo
que acabo de hacer, pero no me arrepiento. Quiero volver a casa. Esa
parte está deseando volver a matar, está deseando que los juegos
acaben. La otra parte teme a ésta otra.
Para mí, acaban de comenzar los
Septuagésimos Juegos del Hambre.
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