viernes, 10 de enero de 2014

Capítulo 14. El Vasallaje de los Veinticinco

Finalmente, Madge acepta. Al principio no le dejo moverse de mi habitación, pues me interesa que se recupere en seguida. Me cuenta que, en cuando me fui, el antiguo jefe de los Agentes de la Paz desapareció y Romulus fue presentado como tal. Instaló elementos de tortura en la plaza principal y  canceló la llegada de alimentos. También hizo arder el Quemador. La gente ni siquiera se enfrentó a él. Aunque Madge sí, aunque de forma indirecta. Los insultaba a todos a la espalda, al igual que hacía yo en el bosque junto a Katniss, aunque ella lo hacía de forma menos discreta. Todo el distrito sabía lo que Madge pensaba sobre el Capitolio. Se había cansado de parecer una chica perfecta y rica para que su padre siguiera manteniendo el cargo de alcalde. Madge pensaba que, bajo ese título, su familia estaba salvo pero que, al descubrir lo que había pasado nuestras familias, se había dado cuenta de la realidad.

Un día, aparecieron en su casa y la sacaron a la fuerza. La dejaron, como a mí, una noche en la jaula. Madge dice que fue peor que los diez latigazos. Su padre comenzó a discutir con ella, pero no le hizo caso y, esta vez, comenzó a interponerse a los castigos de los ciudadanos más indefensos, como las madres que robaban por alimentar a una familia sin padre o a los niños a los que Romulus les tenía manía.

Esa vez, el propio jefe de los agentes en persona fue casa por casa y sacó a los habitantes de la Veta para que acudieran a la plaza. Según él, los de la Veta son los que más peligro tienen y, teniendo en cuenta que tanto Katniss como yo éramos de allí, tiene razón. Todo el mundo contempló los diez latigazos obligatoriamente. Incluso fue retransmitido en el resto de distritos. Todo ello a mis espaldas.

Con la nieve, la gente se aisló en sus casas, y Madge decidió quedarse en casa de Katniss para protegerse un poco del frío y de Romulus. Desde aquel día, en el que su padre observaba la tortura de su hija desde primera fila, Madge no había vuelto a ver a su padre. Yo llegué poco después y, con mi llegada, todo el distrito estaba pendiente de algún cambio, algo que lo animara, algo que les dijera que estaba a salvo. Pero no encontraron nada; yo estaba encerrado en esta casa.

Cuando me habían encerrado a mí en la jaula, la voz del suceso se había corrido y, por sí solos, los ciudadanos habían ido a verme. Madge y Peeta fueron dos de ellos. Madge sabe que Peeta opina lo mismo que ella, pero no quiere que este diga nada porque su familia está a salvo de momento.

Ahora, la moral del pueblo está hundida, según nos cuenta Haymitch por teléfono. Es lo normal tras haberme visto a mí a punto de morir de frío y a Madge con un disparo en el brazo. La herida mejora poco a poco, y me sorprende que no se le haya infectado. Poco a poco comienzo a formar un  plan en mi cabeza. El distrito es incapaz de hacer algo por sí sólo, pero con un líder podríamos intentar hacer algo. Y Madge es la líder perfecta,

Sin embargo, mis planes se frustran cuando el televisor se activa una tarde de febrero, mientras comemos. Madge y yo dejamos caer nuestros cubiertos y observamos con atención la pantalla.

Suena el himno y vemos al presidente Snow subir a un escenario que han colocado frente a su mansión.

-Es enorme – comenta Madge.

-¿Nunca has estado en el Capitolio? - pregunto. Ella niega con la cabeza – Pues sí – afirmo – es enorme.

Junto a él hay un niño con un traje blanco con una caja de madera. Y entonces lo entiendo todo.

-Es el Vasallaje de los Veinticinco – digo incorporándome. A mi lado, Madge agarra con fuerza el tenedor. Hace exactamente veinticinco años que perdió a su tía.

-Es irónico que quien le entregue esa tarjeta sea un niño – sus palabras están llenas de odio.

El himno termina y el Presidente Snow comienza a hablar sobre los Días Oscuros. Parece que esté de nuevo en la Cosecha escuchando el insistente vídeo de todos los años, hasta que llega una parte desconocida para mí.

-Se acordó que cada veinticinco años se celebraría el Vasallaje de los Veinticinco. Una edición de los juegos algo modificada en la que se recordarían los asesinatos cometidos por la rebelión de los distritos. En el veinticinco aniversario, como recordatorio a los rebeldes de que sus hijos morían por culpa de su propia violencia, todos los distritos tuvieron que celebrar elecciones y votar a los tributos que los representarían. En el cincuenta aniversario, - prosigue, y alargo la mano para coger la de Madge – como recordatorio de que murieron dos rebeldes por cada ciudadano del Capitolio, todos los distritos enviaron el doble de tributos de lo acostumbrado. Y ahora llegamos a nuestro tercer Vasallaje de los Veinticinco – el presidente abre la caja que el niño sostiene en alto y coge el sobre correspondiente al tercer Vasallaje, marcado con un gran número 75. En cuanto lo abre se coloca de frente a la multitud y lee: - En el setenta y cinco aniversario, como recordatorio de que la rebelión se inició por aquellos que se sublevaron ante el poder del Capitolio, los tributos serán elegidos entre todos aquellos que hayan recibido algún tipo de castigo a lo largo de todos estos setenta y cinco años.

Reaparece el sello del capitolio, suena el himno, y el televisor vuelve a oscurecerse.

Guardamos silencio durante lo que parecen horas hasta que Madge se levanta despacio y suelta mi mano a la cual había permanecido aferrada. Ambos sabemos lo que eso significa. Ambos podemos volver a la arena.

Ambos seríamos la pareja perfecta para volver a la arena.

Tardo una semana en conseguir que Madge vuelva a hablar. Es una semana larga, silenciosa. Mediante una llamada confirmo que Haymitch también puede ir a la arena y, basándome en su tono de voz, prefiere ahogarse en la bebida antes que volver a llevar el traje de entrenamiento de los tributos. Es el día en el que encuentro a Madge llorando en el baño cuando vuelve a hablar. Me agacho junto a ella y me abraza con fuerza.

-No sobreviviré. No estoy hecha para eso.

Pero se equivoca, sí lo está.

-Vamos a entrenar – concluyo.

Pasamos semanas entrenando. Las escaleras se convierten en una pista de obstáculos y, tras quitar todos los muebles, el salón se asemeja a un pequeño espacio donde entrenar tanto física como mentalmente. Le explico a Madge estrategias, le enseño a preparar trampas y a manejar el cuchillo, el cual se le da mucho mejor que el arco.

Por desgracia, el tiempo trascurre demasiado rápido y, antes de que nos demos cuenta, los agentes de la paz desaparecen de la puerta de la casa.

-¿Dónde estarán? - pregunta Madge, bajando las escaleras del porche.

Para mí es agradable volver a llenarme de las fragancias de la primavera. Llevo sin salir de esa construcción varios meses. Como no hay nadie al acecho, decido que es hora de que empecemos a correr. Y así, casi sin respiración, llegamos a la plaza del distrito, en la cual los agentes de la paz supervisan el montaje del escenario y la pantalla gigante.

Ya falta poco.

Antes de regresar a la casa para hablar con Madge y concretar algunas cosas, nos pasamos por casa de Haymitch. Nada más entrar, el hedor a alcohol y sudor nos invade. Haymitch está tumbado en el suelo y, en cuanto nos ve, comienza a gritar cosas sin sentido.

-Haymitch.- lo llamo, acercándome a él y sacudiéndolo – Haymitch soy yo.

De repente, le cae por la cabeza un chorro de agua que lo hace levantarse con el cuchillo en la mano y comienza a moverlo de un lado a otro. Madge es lo suficientemente rápida y se aparta de él con la cuba de agua aún en la mano. A mí, el repentino ataque me pilla demasiado cerca, con lo que antes de dejar que me haga un profundo corte con el cuchillo le cojo el brazo y se lo coloco detrás de la espalda.

Haymitch empieza a gritar con más rabia.

-¿Quieres soltarme?

-¿Y tú? - pregunto, empujándolo hacia el sofá - ¿Quieres levantarte y prepararte un poco? La Cosecha será dentro de unos días y tú no eres capaz de defenderte con un cuchillo. -esto parece aturdirlo un poco y se incorpora del sofá, agarrando con fuerza el arma - ¿Y si entro yo? ¿Quién me protegerá fuera, Haymitch? ¿Y si entras tú te gustaría que yo estuviera fuera atiborrándome a alcohol?

Sin esperar la respuesta de mi antiguo mentor, le hago un gesto a Madge y salimos de la casa.

En los siguientes días, Madge se acerca demasiado a los límites de la cordura. Se empeña en entrenar y seguir entrenando. No duerme por las noches y, cuando lo hace, las pesadillas llenan sus sueños. Grita hasta que pierde la voz y me cuesta demasiado tranquilizarla. Recuerdo mis primeros días tras salir de la arena: era incapaz de dormir y los mutos no dejaban de aparecer en mis sueños. Pero Madge no ha visto jamás los juegos desde dentro. Temo que, si es la elegida para ir a la arena, a se vea incapacitada de luchar. Es fuerte, sí. Pero, ¿será capaz de dejar el mundo exterior fuera de su cabeza?

Sólo falta una semana para que sea el día de la Cosecha cuando decido dar un paseo por la Veta. Llego a la parte de la alambrada por la que cruzábamos Katniss y yo para llegar a mi preciado bosque. Sigue electrificada y es imposible pasar. Recuerdo los días en los que, cuando nos disponíamos regresar a nuestras casas, oíamos el leve zumbido de la electricidad. Permanecíamos subidos en los árboles hasta que la electricidad se agotaba, lo que no tardaba en suceder. Allí, frente a los altos árboles y el sonido de la libertad, me pregunto si mi familia seguirá con vida. Sólo espero reservar la mía todo lo posible para poder verlos de nuevo.

La casa de Katniss y la de mi familia jamás han sido hogares tan tristes y abandonados. Los vecinos de la Veta se ocultan a mi paso, temiendo ser castigados por mostrarme algo de cariño o fingir que me conocen. Tienen demasiado miedo desde que llegó Romulus.

Un día, junto a Madge, subo la ladera que lleva hasta el cementerio y busco la lápida de Katniss mientras Madge busca la de su tía.

-Katniss – susurro al frío trozo de mármol que comienza a ennegrecerse como las demás lápidas a causa del carbón del aire - Sabes que hay grandes posibilidades de que vuelva a la arena y puede que no salga vivo de allí esta vez. Si van personas capaces de romper las normas del Capitolio podrán acabar conmigo.  - me giro para observar a Madge en la distancia – Sólo espero que no la hagan entrar en ese horrible mundo.

Sé que no sirve de nada, pero hablar con lo único que me queda de mi amiga me tranquiliza bastante. Guardo silencio y respiro con fuerza, intentando poner mis ideas en mi cabeza de forma clara, pero me es imposible.

-¿Vas a cuidar de ella? - pregunta una voz, sobresaltándome.

Levanto la mirada y veo a Peeta con la vista clavada en Madge.

-No te he oído llegar.

-Pues soy bastante ruidosos – comenta, arrodillándose junto a la tumba de Katniss y depositando en ella una flor lila. - ¿Vas a cuidar de ella? - repite.

-No conseguí cuidar de Katniss. Me gustaría proteger a Madge, aunque aún no es seguro que ninguno de los dos vaya.

-Si va, - comienza, bastante resignado - ¿prometes que cuidarás de ella? - en su rostro aparece una sonrisa. Jamás, desde la partida de Katniss, lo había visto sonreír.

-Te lo prometo – suelto una pequeña carcajada porque nos encontramos casi en  la misma situación que hace un año. - Cuida tú del distrito, Peeta.

-Ni lo dudes – afirma, recuperando la seriedad.


El día de la Cosecha llega antes de lo previsto. Antes de entrar a la plaza para registrarnos, agarro a Madge y la abrazo.

-No vas a entrar – susurro, negando lo que sospecho que sucederá – Sería demasiado claro para todo el mundo.

-¿Acaso eso les importa? - es imposible mentirle.

-Si así fuera. Yo estaría ahí para protegerte, ¿de acuerdo?

Me separo de ella y la miro a los ojos. Ella asiente. Sabe que me refiero a que la protegeré como mentor, aunque también queda implícito que, si ambos fuésemos elegidos, también la protegería.

Ella se sitúa con el distrito. Yo, por otro lado, subo al escenario y me sitúo junto a Haymitch, que está peor que nunca. Espero que no salga elegido, porque no podré protegerlo si ni siquiera él quiere protegerse a sí mismo. La ceremonia empieza enseguida. Effie sube al escenario y se coloca frente al micrófono: está más nerviosa que de costumbre.

-Bienvenidos. Felices juegos del hambre y que la suerte esté siempre de vuestra parte.

Sonrío ante esta frase, recordando cuando hace exactamente un año, Katniss y yo la repetimos en el bosque.

El vídeo de todos los años comienza de nuevo. Es la septuagésima quinta vez que es reproducido en este distrito. ¿Habrá una última? El vídeo termina y Effie vuelve al micrófono.

-Está bien. Ahora ha llegado el momento de elegir a un  valiente y a una valiente para asistir este año a los juegos. Como ya sabemos, son unos juegos muy, muy especiales. Nos encontramos en el Tercer Vasallaje de los Veinticinco. Primero, las damas.

Me concentro en el grupo de las mujeres. Hay de todas las edades. Ancianas que robaron comida, jóvenes que vendieron su cuerpo para conseguirla... Distingo a Sae la Grasienta, a quien supongo que habrán castigado por vender en el Quemador, y a Madge. Esta vez, no lleva su vestido blanco, sino que lleva unos pantalones vaqueros y una chaqueta de cuero que perteneció a Katniss. Justo encima de su corazón, está la insignia del sinsajo.

Effie mete la mano en la urna, y coge un papel. Lo desdobla con cuidado y, tras leer el nombre, toma aire con fuerza.

-Madge Undersee.

Madge no se inmuta. Es una chica bastante fuerte y supongo que ya lo tendría asimilado. Varios agentes van en su busca y la agarran, sin embargo, ella se retuerce hasta que no tienen otro remedio que soltarla. Levanta la barbilla, y camina recta hacia el escenario. Mientras sube las escaleras, su mirada se clava en mí. Justo a un lado del escenario, está su padre. Parece diez años más viejo que la última vez que lo vi. Las ojeras decoran sus ojos y ha debido de perder bastante peso. Ahora es la pena la que invade su cara. Junto a él, hay un agente de la paz que no le quita el ojo de encima. Sin lugar a dudas, que Madge saliese elegida como tributo no ha sido ninguna casualidad.

-Demos todos un aplauso a Madge Undersee. - dice Effie, intentando sonar alegre.

Sin embargo, al igual que hace un año, sólo ella aplaude. Tanto los que hay bajo el escenario, como Haymitch y yo, nos llevamos los tres dedos centrales de nuestras manos derechas a los labios, y después los alzamos apuntando al cielo.

Pasan unos segundos de incertidumbre hasta que Effie vuelve a recuperar la fingida compostura.

-Ahora, los hombres.

Camina hacia la otra urna. El año pasado había cuarenta y dos papeletas con mi nombre. ¿Cuántas habrá esta vez? ¿Tendrán todas mi nombre? Me concentro en el grupo de los posibles tributos masculinos, claramente más numeroso que el de las mujeres, y busco caras conocidas. Casi todas son caras de la Veta, algunos son compañeros del colegio y otros son mineros. Me alegra no encontrar a Peeta.

Effie coge el papel y lo desdobla. Me fijo en su expresión que se torna perpleja, como si no comprendiera el nombre. Entonces deja escapar un chillido y me mira.

”Soy yo”, pienso. Pero, entonces, lee el nombre en voz alta. Y no soy yo.

-Rory Hawthorne.




6 comentarios:

  1. ¿Rory?, ¿como que Rory? Si el se ha ido, ha desaparecido al igual que las familias de Gale y Katniss. Muy buen capítulo, estoy expectante, ¿ahora que pasará?

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  2. ¡Santisima mierda! ¿Como pudo salir Rory? ¿Que mierda esta tramando Thread, Snow, o quien sea? ¡Rory no esta en el doce! ¿O lo tiene el Capitolio? ¡Y Madge tuvo que salir! ¡Dios, sabia que ella seria la tributo pero igual duele! espera un segundo... Gale no la va a pagar porque su hermano no este ¿Cierto? ¡Porque si es asi mato a medio mundo! ¡NADA LE PUEDE PASAR A GALE O MATO A QUIEN SE ME PASE POR DELANTE! ¡NO TE ATREVAS A HACERLE DAÑO! bueno no mas del que ya le haz hecho.
    Una preguntita ¿Ya puedo matar a Thread! ¡PORQUE EN CUANTO ME DES PERMISO ME METO A TU HISTORIA COMO SEA Y ESE MALDITO MUTO HIJO DE PUTA VA A DESAPARECER! bueno desaparecer, desaparecer no ¡VOY A DISFRUTAR TORTURANDOLO EN EL BOSQUE, ALLI NADIE PODRA OIR SUS GRITOS! ¡ESE MALDITO IDIOTA VA A SUPLICAR QUE LO MATE, LO VOY A DEJAR AGONIZANDO PARA QUE LO DEVOREN LOS PERROS SALVAJES! uf, tenia que decir eso ¿Ya lo puedo matar?
    Sufro, sufro y sufro. ¡Y aun as amo leer tus capitulos! ¡Soy masoquista! T.T

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    1. Jajajajajaj tengo que darte las gracias por tus comentarios, no sabes lo que me río con ellos.
      Y en cuanto puedas matar a Thread te dejaré, tranquila, pero todavía no. Tiene que hacer un poco de daño aún jaja

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    2. ¿Más daño? ¿Es que ese imbecil nunca se cansa? Estoy segura de que va a terminar dandome un ataque en cualquiera de tus capitulos, si eso pasa envia dientes de leon a mi funeral ¿pero ese daño no es a Gale, cierto? ¡Dime que no va a hacerle mas daño a Gale, por favor! ¡aunque sea mentira dime que Thread no volverá a hacerle daño a Gale!

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    3. No...no se cansa x) jajajaja
      Bueno pues, sea o no mentira, Thread no volverá a hacerle daño a Gale
      JAJAJAJAJA

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