sábado, 29 de diciembre de 2012

Capítulo 6. El Capitolio.


Siento no haber escrito más a menudo pero resulta que tengo que leerme dos libros estas navidades (La Celestina y uno en inglés) y hacer muchos deberes y voy fatal de tiempo. Además esta semana cada aparato electrónico que tocaba se volvía en mi contra y me ha sido imposible subir nada. En fin aquí está el sexto capítulo y, como siempre, espero que os guste.

Llevo toda la noche sin dormir. No he conseguido mantener los ojos cerrados ni un solo minuto. Me estoy preguntando si habrá amanecido ya cuando suenan unos golpes en la puerta.
-¿Gale? Effie quiere vernos dentro de un rato en el comedor. Date prisa.
Me levanto corriendo de la cama y abro la puerta para preguntarle a Katniss si ha recordado algo, pero al otro lado de la puerta solo encuentro una gran ventana que muestra un soleado día. Cierro mis ojos acostumbrados a la oscuridad, pero la intensidad de la luz es tal que estos comienzan a llorar y tengo que cerrar la puerta. Hace un día precioso. Es el típico día en el que cogería mi saco de trampas y me iría a cazar al bosque junto a Katniss.
‘Ya no estamos en el Distrito 12’ me digo a mí mismo. ‘No volverás a pisar el bosque nunca más’. Entro en la ducha y cierro la puerta de un portazo. Hace solo veinticuatro horas que estoy bajo el control del Capitolio y parece que haya estado años. ‘Porque has estado años, Gale. Desde que naciste estás bajo su poder’ Entro en la ducha y me ducho con agua muy fría, deseando que ésta sea capaz de llevarse todos esos pensamientos negativos que pueblan mi mente.
Cuando salgo de la ducha me pongo unos pantalones oscuros y una camisa blanca. Voy muy normal.
-Perfecto para ir al Capitolio – digo sonriendo irónicamente.
Me voy al comedor y cuando llego ya están todos esperándome para desayunar. Noto como Effie me mira de arriba abajo y arruga un poco la nariz. Esto me hace sonreír ampliamente. Me sirvo mucha comida ya que he pasado toda la noche en vela y tengo mucha hambre. Mientras comemos algo me llama la atención en Katniss.
-Esa es la insignia que llevaba Madge.
Ella se queda mirándome. Después baja la mirada hacia la insignia y vuelve a mirarme.
-Sí. Me la dio cuando vino a despedirse de mí.
-¿Quién más se despidió de ti? – la verdad es que esa pregunta lleva dobles intenciones.
-Mi madre y mi hermana. ¿Y a ti?
-Mis hermanos, mi madre, Madge – veo como abre mucho los ojos. Me detengo un momento ya que no sé si seguir. Decido hacerlo. – y Peeta.
-¿Peeta?  - su cara solo muestra extrañeza. O no sabía que Peeta me visitaría o lo sabía y ahora es muy buena actriz.
-Sí. Peeta Mellark, el hijo del panadero.
-Sé quien es Peeta. Pero lo que no sabía es que te llevaras bien con él.
-Lo mismo puedo decirte. – y entonces esa espina de curiosidad que lleva atormentándome desde la despedida de Peeta  vuelve a hacerse recordar. Peeta Mellark y Katniss tienen algo. Sino, ¿por qué me pediría Peeta ese favor?
-¿Qué quieres decir?
-¿Yo? Nada. ¿Qué crees que quiero decir?
-Gale, - me mira fijamente a los ojos- ¿qué estás insinuando?
-Yo no insinúo nada – sin darme cuenta los dos hemos acabado de pie y hablamos muy alto. – Solo que podrías haberme contado cosas que no me has contado.
-¿Qué? – su expresión es de una extrañeza extrema - ¿Qué es lo que no te he contado? Gale, eres mi mejor amigo. Te lo he contado todo hasta... – se calla y se sienta.
-¿Hasta? Termina la frase Katniss – aunque no lo crea esto me está haciendo más daño a mí que a ella. Sé que deberíamos hablar esto en privado, ya que Effie y Haymitch nos miran boquiabiertos. Pero el de anoche fue nuestro último momento a solas.
-No sé, Gale. Tal vez hasta que ambos salimos elegidos para matarnos el uno a otro y me di cuenta de que sólo uno volverá a casa. Y como sabrás, yo tengo familia.
-Yo también la tengo Katniss. Y no me cambies de tema.
-Por favor Gale – mi nombre no llega a pronunciarlo sino que lo resopla, cansada - ¿De qué estábamos hablando?
-¿Peeta Mellark te visitó? – directo. Cuanto antes terminé esta absurda conversación mejor.
-No – lo dice completamente seria y por un momento llego a creerla. – Yo no me llevo tan bien con él como parece que te llevas tú. – abro la boca para responder pero ella me interrumpe. – Y dime, ¿qué tiene que ver Peeta?
-Nada, vamos a dejarlo mejor.
Entonces Haymitch comienza a reírse muy fuerte. Effie pega un saltito y carraspea para llamar su atención, pero él no le hace caso y sigue riendo.
-¿Qué tiene tanta gracia?
-¿Tú que crees, preciosa? – Katniss y yo nos miramos sorprendidos. Esperamos a que recupere el aliento y volvemos a mirarlo. – Oh, vamos. Como si no lo supieseis. Este año los juegos van a ser muy entretenidos. – y comienza a reírse de nuevo.
-Esto… Haymitch, ¿qué se supone que tenemos que saber? ¡Y deja de reírte! ¿Qué es tan gracioso? – mi pregunta solo hace que se ría aún más fuerte. Comienzan a caer lágrimas por su cara.
-¡NO TE RIAS HAYMITCH! Se supone que eres nuestro mentor, tienes que ayudarnos no reírte de nosotros. – Katniss está roja de enfado.
-Vosotros dos, ¿sois amigos?
-Sí. – Decimos los dos al unísono – Se supone.
-¿Se supone? – Lo que Katniss acaba de decir me ha sentado como una puñalada - ¿Qué ha cambiado entre nosotros?
-No lo sé, Gale. Pero tener amigos en la arena no nos ayudará – esto lo dice con los ojos fijos en la mesa, sin mirarme.
-Tal vez podáis aliaros.
-¿Como los profesionales? – como siempre Katniss se adelanta a mi pregunta.
-Sí. Podéis intentar llegar lo más lejos posible juntos y después os separáis. Alguno conseguirá llegar al final.
-No. – Dice secamente Katniss – Si nos aliamos tenemos más probabilidades de llegar juntos al final y no creo que seamos capaces de matarnos el uno al otro. ¿No crees?
Asiento con la cabeza. Tal vez en el momento esté tan desesperado por volver a casa que sea capaz de matar a mi mejor amiga, pero no ahora mismo. Terminamos de comer en silencio mientras intento aclarar la conversación tan rara que he tenido con Katniss. Sigo creyendo que entre ella y Peeta hay algo, de eso es de lo único que estoy seguro. Pero parecía que ella no tenía la menor idea de lo que hablaba antes. Aunque si no hubiera nada entre ellos, ¿a qué venía esa promesa que Peeta pretendía que le hiciese?
-Ya hemos llegado – la voz cantarina de Effie hace que regrese a la realidad.
Katniss y yo nos ponemos en pie y nos acercamos a las ventanas. Pero no nos da tiempo a ver otra cosa que no sea el soleado día que hace justo antes de que una gran persiana cierre las ventanas. Katniss y yo nos echamos hacia atrás.
-¿Qué ha pasado? – sin darme cuenta he agarrado a Katniss y la he abrazado, protegiéndola.
En el tren se ha hecho una oscuridad total y no sé donde se encuentran ninguno de los dos adultos que nos acompañan.
-No lo sé – por primera vez desde que la conozco noto preocupación en la voz de Effie, es una mujer que siempre lo tiene todo bajo control y esto no entraba en sus planes.
De repente se encienden las luces y todos cerramos los ojos, cegados. La luz no proviene de las ventanas, sino de las lámparas de araña que hay sobre nuestras cabezas.  Cuando consigo adaptarme a la luz noto que Katniss ya se ha separado de mí y me mira a los ojos.
-Tenemos que hablar- asiento con la cabeza a modo de respuesta. Ahora mismo tenemos que hablar y me da igual lo que oiga el Capitolio.
-Chicos, ya hemos llegado. Creo que deberíamos arreglarnos. Pero tardaremos cinco minutos en poder salir del tren así que os dejaremos solos un momento. – Effie le da un golpe a Haymitch que está medio dormido en la silla y cuando éste se espabila los dos salen y nos dejan a solas.
-¿Qué ha sido es? – parece que no soy el único al que le da igual lo que el Capitolio oiga.
-No lo sé, algo me dice que no quieren que veamos el Capitolio… aún. – le guiño un ojo para que intente darse cuenta de que ese ‘aún’ también significa ‘tampoco’.
-Tal vez, pero parece ser que esto no lo han hecho años antes ya que Effie se ha sobresaltado, ¿no crees?
-Sí, me he dado cuenta.
-Bien, ahora dos cosas. Gale, ¿quieres que seamos aliados? – me pregunta temerosa, teme que la respuesta sea sí. La verdad es que yo tampoco sé lo que quiero.
-No lo sé. Eres fuerte Catnip – llamarla así hace que me sonría de nuevo como no hace mucho – y sé que juntos tendríamos muchas más posibilidades de llegar lejos pero como bien has dicho antes, si llegamos  juntos al final no creo que sea capaz de matarte. Por eso creo que deberíamos decidirlo en la arena.
-¿Cómo? – de nuevo, cara de incertidumbre.
-Aún no sabemos como es la arena. Si al estar allí vemos que vamos a necesitar la ayuda del otro pues me haces una señal y vamos juntos.
-Está bien. Y segundo, ¿qué era todo eso que me estabas preguntando antes?
-Déjalo. Estoy un poco confundido con todo esto.- no voy a contarle lo que hablé con Peeta, al menos no ahora.
La puerta se abre de golpe y aparece un agente de paz.
-Acompáñenme a la salida tributos.
Katniss y yo nos miramos de golpe. Este agente de paz es uno de los que estuvieron a punto de descubrirnos anoche. Ambos asentimos con la cabeza y vamos detrás de él. De repente Katniss me tira del brazo y pega su boca a mi oído.
-Séneca Crane es el vigilante jefe de los juegos, me lo ha dicho Effie. Por lo que tengo entendido, encima de él solo está el presidente Snow. – al mencionar el nombre del presidente se me rizan los pelos de la nuca.
Cuando se separa tiene el ceño fruncido. Las órdenes de Séneca deben de haber sido aprobadas por el presidente Snow, y eso ella lo sabe. Volvemos a girarnos, el agente nos mira impaciente y continuamos nuestro camino tras él. Caminamos por el pasillo y dejamos atrás nuestras habitaciones. Cuando llegamos a una puerta nos empujan violentamente y nos meten en un coche negro. Tiene los cristales tintados, pero no son los de fuera los que no pueden vernos, sino nosotros.

Esta vez el viaje es más corto, además es Katniss la que se sienta junto a Effie y, aunque aún sigo escuchándola desde mi lado, puedo pensar con claridad sin que me altere su voz. Cuando llegamos vuelven a sacarnos del coche con brusquedad y nos meten en un ascensor.
-Bienvenidos al Capitolio. A cada tributo se le ha asignado una planta y como nosotros somos del Distrito 12 tenemos la última planta, así que podemos acceder al tejado. – Comienza a explicarnos Effie mientras el ascensor sube – Hoy es el desfile de los tributos así que cada uno debe ir a su habitación. Allí estarán esperándoos vuestros equipos de preparación y vuestro estilista. Os prepararán para presentaros ante todo Panem.
El ascensor se detiene y las puertas se abren, mostrándonos el mejor alojamiento que jamás me haya imaginado. Los muebles son muy bonitos y modernos. Me quedaría para investigar hasta el último rincón, pero Effie no deja de gritar y decir que nos demos prisa, así que me dirijo a mi habitación.
Cuando entro me encuentro con tres caras mirándome. Rápidamente salto hacia atrás y mis músculos se tensan. Después me relajo ya que parece que no pretenden hacerme daño. Pero, ¿qué son estas criaturas?

sábado, 22 de diciembre de 2012

Capítulo 5. Desigualdades.


Aquí tenéis el capítulo 4. Esta semana subiré más a menudo los capítulos por esto de que estamos de vacaciones :D En fin, espero que os guste.

Estoy en el bosque. Rodeado de altos y densos árboles que ocultan el soleado día que hace. Respiro profundamente y un millón de distintos aromas inundan mi nariz. Me siento poderoso de volver a estar aquí. Siento como si fuese capaz de detener el tiempo y permanecer aquí para siempre. No volver al distrito, no volver a oler el carbón. Todo es precioso hasta que una sombra aparece justo delante de mí. No se distingue el contorno, éste parece evaporarse, volverse invisible; pero a la vez se hace cada vez más y más grande.
-¿Quién eres? – mi voz suena mucho más alta de lo que esperaba.
-No me conoces, al menos no de esta forma. Así que no te molestes en intentar saber quien soy. – su voz hace que me estremezca. Reconozco esa voz y no al mismo tiempo. Sé a quien pertenece pero suena tan escalofriante. No parece ser la suya.
-¿Qué haces aquí? – todo es muy hermosos, pero esa sombra desentona completamente con este paisaje.
-He venido a matarte.
-¿Por qué? – su última frase ha sido como un corte. Noto como si el cielo se oscureciese tras sus palabras. Y así es, ya que comienzan a caer finas y pequeñas gotas de lluvia sobre mi cabeza.
-Tengo que ganar los juegos. Tengo que volver a casa. – Como si la lluvia limpiara la oscuridad de la sombra, ésta comienza poco a poco a adquirir forma – Debo estar junto a mi familia, junto a Prim – mencionar el nombre de su hermana hace que su voz se quiebre.
-¿Katniss?
-Lo siento Gale. – Alarga su brazo y un arco se materializa de la poca sombra que quedaba a su alrededor. Con la otra mano busca en el carcaj que ha aparecido en su espalada una flecha. – Cuidaré de los tuyos.
-¡No Katniss! ¡NO!
Pero es demasiado tarde, una flecha ha atravesado mi garganta. Grito todo lo fuerte que puedo, caigo de rodillas con la flecha aún clavada en la garganta. Intento respirar, pero lo único que consigo es tragar un líquido viscoso, mi sangre. Me estoy ahogando en mi propia sangre. La sombra ha desaparecido, estoy de nuevo solo en el bosque, pero el tiempo no ha mejorado. Ahora llueve con más fuerza. Caigo en la hierba que se tiñe completamente de rojo. Llevo mis manos a mi garganta y cuando las separo están rojas, llenas de sangre. Pero esta sangre comienza ha oscurecerse y unos pocos segundos después las zonas más oscuras comienzan a separarse de mi mano. Mis manos se caen a pedazos. Pero no solo mis manos, también el resto de mi cuerpo que se ha llenado completamente de sangre.
Me despierto bañado en sudor. Mi corazón late a mil por hora. Automáticamente me llevo ambas manos a mi garganta, pero ya no encuentro ninguna flecha, y mis manos ya no están manchadas de sangre. Solo ha sido una pesadilla.
Intento volver a dormirme pero no lo consigo, así que finalmente decido salir de mi habitación y pasear por el tren para despejarme. Por una de las ventanas del pasillo descubro que aún no ha amanecido. Puede que no hayan pasado ni dos horas desde que me fui a dormir. Paseo por el pasillo sin rumbo hasta que llego a una puerta que me resulta familiar. Es la del comedor donde cenamos antes .Ahora que han desaparecido los nervios de la cosecha me fijo mejor en la estancia. En una esquina hay un sofá y justo enfrente una pantalla de televisión. Nunca había visto una igual. Paso mis dedos por encima de la pantalla de plasma y cuando entra en contacto con mis dedos se enciende, sobresaltándome.
En la pantalla aparece el símbolo del Capitolio. Este se hace cada vez más pequeño y se sitúa en la esquina superior derecha de la pantalla. Aparecen dos hombres. Uno de ello, el que más llama la atención, tiene un pelo de color azul metalizado. Debajo hay un cartel en el que se ve escrito ‘Caesar Flickerman’, es el entrevistador de los tributos en los juegos y el presentador. El hombre que hay a su lado es Claudius Templesmith. Me suena mucho el nombre pero no recuerdo quien es. No soy uno de los mayores telespectadores de los juegos. Hasta ahora no me he dado cuenta de que en la esquina superior izquierda hay las fotografías de dos chicos. Bajo sus fotos se muestran los nombre: Glimmer, la chica, y Marvel, el chico.
-Parecen fuertes, Caesar – dice Claudius con un acento que me recuerda mucho al de Effie – Este año los del Distrito 1 parecen muy fuertes, y muy valientes.
-Como todos los años Claudius – Caesar suelta una risita bastante falsa. Así que estos son los tributos del Distrito 1. son profesionales. – Y ahora vamos a ver a los tributos de este año del Distrito 2. Cato y Clove.
Aparecen dos nuevas fotos y me fijo especialmente en la chica. A primera vista está bastante claro que es una profesional. Su aspecto da miedo. Es atractiva, pero en su cara se nota que no le importará mucho convertirse en una asesina. Las fotos desaparecen y aparece un vídeo. Es la repetición de la cosecha del Distrito 2.
-Como vemos, ambos se han presentado voluntarios. – se escucha de fondo la voz de Caesar– Algo bastante común en este distrito. ¿Qué opinas de ellos, Claudius?
Desaparece el vídeo y en su lugar se muestra el mismo escenario del principio, solo que ahora las fotos de los tributos han cambiado.
-Me parece que ambos serán una caja de sorpresas. Puedo asegurar que no soy el único que puede ver el ansia que tienen de luchar y de honrar a su distrito. - no se equivoca. La sonrisa de la chica esconde un misterio, esconde maldad. Me pregunto qué estará pasando ahora mismo por las cabezas de estos dos tributos.
-Genial. Vamos con los chicos del Distrito 3.
Un ruido a mis espaldas hace que gire y me sobresalte de nuevo.
-Me has asustado, Katniss. – se ha cambiado de ropa y lleva una especia de pijama. Nunca la había visto sin su ropa de caza, y menos en pijama.
-No te rías de mí. – el tono de voz me muestra enfado. Sin darme cuenta he esbozado una sonrisa. – No podía dormir.
-¿Pesadillas? – se encoje de hombros. – No eres la única que las ha tenido.
Extiende sus brazos para abrazarme. Nunca había conocido a esta Katniss. Entonces un fugaz pensamiento cruza mi mente. ¿Estará intentando convencerme de que ella es débil para que yo la proteja y pueda ganar? A este pensamiento se cruza otro. Peeta Mellark hablando con ella, diciéndole que debe hacer para ganar, aconsejándole hacerse la víctima. No. Katniss y yo somos amigo, jamás me traicionaría; pero, si ella y Mellark fueran algo más que amigos, ¿lo traicionaría a él? Noto como se separa de ese abrazo y se asoma detrás de mí para poder ver el televisor.
-¿Es la retransmisión de las Cosechas?
-Sí, ya he visto a los del uno y a los del dos y…
Voces. Se oyen voces en el pasillo. Katniss y yo nos miramos sin saber muy bien qué hacer. La empujo y nos escondemos detrás del sofá. No sé por qué nos escondemos. Nadie nos ha dicho que no pudiésemos pasear por el tren, pero un presentimiento me indica que es mejor que nadie sepa que hemos estado viendo ese televisor. ¡El televisor! Me muerdo el labio. Lo he dejado encendido.
La puerta se abre y se oyen dos pares de pisadas.
-¿Qué hace el televisor encendido? – pregunta uno de ellos, parece preocupado.
-No sé. Tal vez haya sido una bajada de tensión y al recuperarse se haya encendido. ¿No crees?
-¿No crees que si hubiera habido una bajada lo habríamos notado? El tren se hubiese parado. Además, este televisor sólo se activa por contacto. Alguien debe haberla tocado. Hay alguien despierto en el tren.
Se produce un ruido metálico. Uno de los agentes de la paz debe de haber cargado su arma.
-¡Ey! Tranquilo. ¿Qué más da? Solo es la retransmisión de las cosechas.
-¿Que qué más da? No te das cuenta. Hemos recibido órdenes directas de Séneca Crane de no mostrar a los tributos del Distrito 12 ninguna información acerca de los demás tributos.
-Pero no entiendo por qué. Siempre se ha puesto la retransmisión después de la cena. Todos los tributos conocen sobre los demás. ¿Por qué estos no?
-No lo sé, ni debe importarnos. Son órdenes y no somos nadie para cuestionarlas. Y más nos vale hacer nuestro trabajo bien si no queremos acabar siendo avox. – ¿Avox? No sé que será eso, pero algo me dice que ser uno de ellos no debe ser muy agradable. – Tal vez estos tributos sean peligrosos y quieran mantenerlos más bajo control.
-Sí, supongo. Aunque aquí pasa algo raro. Estos chicos me dan pena. Algo me dice que no lo van a pasar muy bien en el Capitolio.
-Ese no es nuestro problema. Apaga el televisor y vámonos. Será mejor que nadie sepa que hemos encontrado eso encendido.
Cuando se cierra la puerta suelto todo el aire que he estado soportando hasta el momento. ¿No he respirado? Miro a Katniss que está igual que yo. Me mira y noto el pánico en su cara. No me equivocaba al intuir que no debíamos estar ahí. Mi corazón va más rápido que nunca.
-Será mejor que salgamos de aquí cuanto antes. – ella ha sido la primera en recuperarse. Yo aún soy incapaz de articular palabra, así que me limito a asentir con la cabeza.
Nos levantamos de detrás del sofá y salimos en silencio al pasillo. La primera habitación a la que llegamos es a la de Katniss.
-Tenemos que hablar sobre esto, Gale. Pero no ahora. Algo me dice que estamos más vigilados de lo que creemos. – al decir esto el vello se me eriza. Yo también lo había pensado.
-Tienes razón. Aunque dudo que tengamos mucho tiempo para hablar de esto. A partir de mañana estaremos vigilados las veinticuatro horas del día.
Estas palabras retumban en mis oídos. El único momento en el que estamos menos vigilados es ahora. Si no hablamos sobre esto ahora, no hablaremos nunca más. Vuelvo a la realidad justo en el momento en el que la puerta está a punto de cerrarse. Así que rápidamente pongo el pie junto a la puerta, impidiendo que se cierre. Katniss se asoma por la rendija que ha quedado abierta en el mismo instante en el que yo abro la puerta.
-¡AY! ¿Pero qué haces? Me has hecho daño.
-Chssss. Baja la voz. – cierro la puerta cuando he entrado en su habitación. Es igual que la mía. Cojo a Katniss por la mano y la meto en el cuarto de baño. Cierro esta puerta también y abro el grifo de la ducha con toda la fuerza que puedo. – Si no hablamos de esto ahora no podremos hablar jamás.
A pesar de mis susurros me ha escuchado ya que asiente con la cabeza. No sentamos en el suelo, que está bastante frío, uno frente al otro.
-¿Séneca Crane? ¿Quién es Séneca Crane?
-Sé lo mismo que tú, Gale.
-No. Tú sabes más. Tú ves los juegos. Yo estoy todos los años escondido en el bosque y alejándome de esa atrocidad. – es la verdad. Nos obligan a todos los ciudadanos de Panem a ver los juegos. Pero esa, como otras tantas, es otra de las normas que he incumplido.
-¿Te crees que yo le presto mucha atención? Cada año salen decenas de nombres distintos. ¡No puedo recordarlos todos!
-Pues haz memoria. No es un tributo. Es alguien importante. Intenta recordar.
Esconde su cabeza entre las rodillas. Hace un gran esfuerzo por recordar pero nada. Finalmente niega con la cabeza.
-¡Espera! Había dos hombres hablando sobre los juegos. ¿Puede ser alguno de ellos? - Niega con la cabeza.
-Esos eran Caesar y Claudius. Son los presentadores. ¿Ni siquiera sabes eso?
-A Caesar sí lo conozco. Es el que hace las entrevistas. ¿No? – asiente. - Vale. Séneca no sabemos quién es. De todas formas intenta acordarte de algo.
-Vale pero, sea quien sea. ¿Por qué no quiere que ninguno de los dos sepamos de los otros tributos? Al fin y al cabo vamos a acabar conociéndolos. En el desfile, en los entrenamientos, en las entrevistas. Antes de llegar a la arena ya los conoceremos bastante bien.
-No lo sé. Y eso no es lo único. Todos los años anteriores todos los tributos veían esas retransmisiones. ¿Por qué este año no?
-Y no solo este año. ¿No los has oído bien? Parece ser que cuando lleguemos al Capitolio los demás tributos ya sabrán de nosotros. Tú y yo, Gale, somos los únicos que no sabremos nada. ¿Por qué?
-No lo sé – no tengo ni idea de por qué a Katniss y a mí nos tratan de forma especial. – Uno de los agentes dijo que tal vez fuésemos más peligrosos. Pero eso es muy extraño, ¿has visto a los del uno, dos y cuatro? Ellos sí son peligrosos.
-Ya pero son profesionales. Ellos quieren ir a los juegos. No van a matar a los agentes, pero nosotros sí… - me detengo.
-¿Creen que el Distrito 12 es el que menos está bajo el control del Capitolio? Pero eso no es verdad. Somos los que más miedo tenemos. Somos el último distrito. Sin la ayuda del Capitolio no seríamos capaces de sobrevivir.
-Pues nosotros sobrevivimos sin ayuda del Capitolio.
Ambos estaamos mirando el suelo, pero mis últimas palabras hacen que los dos abramos los ojos como platos y nos miremos.
-Gale. ¿Estás pensando lo mismo que yo? Somos los únicos que tenemos el valor de ir al bosque. ¿No es demasiada coincidencia que saliésemos los dos en la Cosecha? Tal vez saben que incumplimos las normas. Tal vez saben que cazamos fuera de los límites del distrito.
Y con estas últimas palabras todo se desvanece.
-No. Katniss si supieran que vamos al bosque nos habrían matado. Además, no hemos salido los dos en la Cosecha. He salido yo. Tú te has presentado voluntaria por tu hermana.
Vuelve a bajar la cabeza hacia el suelo.
-Tienes razón.  – se vuelve a hacer el silencio entre los dos hasta que finalmente ella vuelve a romperlo. – Gale, ha sido un día muy largo. No he dormido nada y en menos de cuatro horas llegaremos al Capitolio. Además tras lo de esta noche dudo que consiga dormir mucho más, pero…
-Quieres intentar relajarte. – termino la frase por ella. – Yo me siento igual. Hasta mañana Katniss. – me pongo en pie y salgo de su habitación sin mirar atrás.
Cuando llego a mi habitación y veo la cama todo lo que ha ocurrido hace unos minutos deja de preocuparme. Ahora solo quiero no volver a tener pesadillas.

sábado, 15 de diciembre de 2012

Capítulo 4. Promesas.


Cuarto capítulo. Supongo que a partir de ahora los subiré más seguidos ya que ¡he terminado lo exámenes! Hay dos encuestas para elegir los nombre de los tributos del Distrito 6, así que ya os adelanto que serán importantes. Por favor, VOTAD. Espero que os guste. :D

Al abrirse la puerta me encuentro con un chico alto, rubio, seguramente muy atractivo para la mayoría de las chicas. No parece del Distrito 12, pero lo es. No he hablado con el nunca, a excepción de un par de veces en las que incluyo la de esta mañana. Es Peeta Mellark, el hijo del panadero. Se acerca poco a poco a mí. Su cara es indescifrable, nunca lo había visto tan blanco.
-¿Qué haces aquí? – directo, no voy a andarme con rodeos. El chico me cae bien pero no termina de convencerme su actitud.
-Hola Gale. No voy a mentirte, no he venido a despedirme de ti ni a desearte suerte. – El chico ha sido tan directo como yo.- Ambos sabemos que nuestra relación es nula.
-Entonces, ¿qué haces aquí? – me pica la curiosidad. ¿Para qué habrá venido entonces?
-Quiero que me prometas algo.
-¿Prometerte? No creo estar en condiciones de prometerte mucho así que…
-Quiero que me prometas que cuidarás de Katniss.
-¿QUÉ? – Lo decía para mis adentros pero mis pensamientos han sido demasiado altos. Me he quedado sin palabras. ¿Cuidar de Katniss?
-Que me prometas que vas a cuidar de Katniss. – repite. Sí, lo había escuchado a la perfección a la primera pero la sorpresa ha sido demasiado grande.
-Primero, Katniss sabe cuidarse sola. Segundo, si te prometo eso, también estoy prometiendo que no seré yo quien regrese al Distrito 12, sino que seré yo el que muera. Algo que seguramente sucederá pero, por si no lo sabías, tengo familia. No voy a…
-Haré todo lo posible por que tu familia no muera de hambre. – me ha vuelto interrumpir. Eso me cabrea muchísimo. Pero entonces me doy cuenta de lo que acaba de decir.
-¿Vas a cuidar de ellos?
-Mi familia trabaja en una panadería. Créeme, intentaré que lo que menos les falte sea comida.
Me dispongo a hablar, decirle que no es necesario, aunque sea una mentira. Pero la puerta se abre de golpe y no me da tiempo. El hombre entra y coge a Peeta del brazo.
-¡Prométemelo Gale! ¡Prométemelo! – forcejea con el hombre para intentar ganar tiempo. Intentar convencerme. Pero no consigo articular palabra antes de que la puerta se haya cerrado.
¿Proteger a Katniss? ¿Significaría morir en su lugar? Sí. ¿Sería capaz de sacrificar mi vida por la de ella? Me quedo mirando el suelo de madera. ¿Sería capaz? La incertidumbre me mata. Quiero desaparecer de aquí. Cojo una silla y golpeo todo lo fuertemente que puedo el suelo con ella, haciéndola añicos. Suelto un grito de furia. ¿Por qué? ¿Por qué no he salido antes en la Cosecha? Azar. Una voz en mi cabeza me susurra la respuesta, pero se equivoca. Nunca hay azar, no en Panem. Todo está controlado por el Capitolio.
Poco después llegan varios agentes de paz armados. Parece que me ven como una amenaza. Eso me gusta y me hace esbozar la primera de mis sonrisas en horas. Salimos del Edificio de Justicia y me llevan junto a Katniss. La agarro de la mano, no voy a dejar que vuelvan a separarnos. Después meten a ambos en un coche. Effie, la mujer del Capitolio, intenta sentarse en medio pero finalmente se da por vencida y se sienta a mi lado. Cuando llegamos a la estación bajo del coche corriendo. No aguanto ni un segundo más al lado de esa mujer. He intentado ignorarla pero me ha resultado imposible. Su voz chillona ha estado taladrando mi tímpano derecho todo el camino, y eso que no era muy largo, sobre como debo comportarme al llegar al Capitolio.
Custodiados por varios agentes y seguidos de cerca por Effie, entramos en el tren y somos conducidos hasta lo que parece un comedor. Pero es un comedor completamente diferente a como siempre los he imaginado. Es una sala enorme y la mayor parte del espacio está ocupada por una gran mesa llena de comida. El olor y ver estos manjares provoca que mi boca se haga agua. Veo como Katniss me ha soltado y pasa la mano por la mesa. Está tan alucinada como yo.
-Pasad, sentaos. – Katniss y yo nos vemos empujados por Effie y caemos sobre dos asientos muy blandos.
La mujer comienza a hablar otra vez sobre el tren y el Capitolio y la ignoro de nuevo. Miro por la ventana y veo como avanzamos a una gran velocidad. Ya hemos salido del distrito y ni siquiera me ha dado tiempo a despedirme de mi casa, del bosque, de los árboles…
-¡Chico! ¿Me estás escuchando? – pego un salto del susto. No, no la escuchaba.
Effie se ha enojado y se dispone a atacarme. Pero no puede ya que en ese momento se abre la puerta y aparece el hombre más feo, gordo y borracho que he visto nunca en mi vida. Es el más gordo porque, en la Veta, los hombres están muy delgados, a punto de morir de hambre. Pero él es Haymitch Abernathy, el ganador del segundo vasallaje de los veinticinco, es decir, de la edición número cincuenta de los Juegos Del Hambre. Tiene dinero para alimentar a todas las familias de la Veta. Eso es lo único bueno. Ganar significa fama y riqueza, perder significa una muerte segura.
Haymitch entra en el vagón. Lleva una botella en la mano. El líquido es transparente pero puedo apostar lo que sea a que no es agua.
-Así que tú eres el afortunado, ¿eh? – se dirige a mí y entonces caigo en algo.
-¿No se supone que deberías de haber estado en la Cosecha? – al menos eso es lo que tengo entendido, ya que todos los años ha estado presente.
Katniss comienza a reírse por lo bajo y tanto Haymitch como yo nos quedamos mirándonos.
-Haymitch sea sentido indispuesto durante la celebración. – este último comentario por parte de Effie hace que Katniss deje de reírse. – Os dejo a solas para que habléis sobre los juegos. – y se marcha.
-Así que te llamas Gale, ¿no, chico?
-Así es. – esboza una sonrisa y mira a Katniss.
-Creo que soy vuestro mentor.
-¿Tú eres el que se supone que deberá ayudarnos a sobrevivir a uno de los dos en la arena? – no creo que esté en condiciones de llevar a cabo esa misión.
-Sí – dice siseando excesivamente.
-¿Algún consejo?
-No muráis.
Tras decir esto se levanta con la botella aún en la mano y se dirige a la puerta del vagón y esta se cierra detrás de él.
-¿Qué no muramos? ¿Ese es el consejo? – grito intentando que me oiga. Pero parece que no se a enterado ya que no regresa. Me levanto y Katniss intenta sujetarme del brazo pero yo la suelto. Me acerco hacia la puerta con ella siguiéndome y la abro. En seguida me arrepiento de haberlo hecho.
Haymitch está ahí, tirado en el suelo encima de un gran charco de vómito. El hedor es nauseabundo y me veo en la obligación de reprimir varias arcadas. Katniss no está en mejores condiciones.
-No podemos dejarlo aquí – me dice. Lleva razón. Me acerco a él aguantando la respiración y lo cojo de un brazo. Su brazo está húmedo y pegajoso. Instintivamente me llevo una mano a la boca para no vomitar yo también.
-Ayúdame, por favor – le pido a Katniss.
Ella se acerca al otro lado y lo coge del brazo, no reprime su cara de asco. Cuando conseguimos ponerlo en pie paso su brazo por detrás de mi cuello y Katniss hace lo mismo. Esta camisa olerá mal el resto de mi vida. Cuando llegamos a su compartimento abro la puerta como puedo y entramos. Hay una gran cama en el centro rodeada de… ¿botellas? Parece que son la compañía de este hombre, si es que se le puede llamar así. Lo tumbamos en la cama. No podemos dejarlo así. Va a ser hora de darle un baño. Katniss ve mi intención y carraspea. Me giro hacia ella, me mira y está colorada.
-Vale. Vete, ya lo ducho yo. – esboza una gran sonrisa, me da las gracias y se marcha. Me quedo solo junto a este hombre, al que tengo que bañar.
Cuando consigo que entre en el cuarto de baño lo desnudo como puedo. Si su aspecto es horrible vestido, sin ropa es mucho peor. Mientras está en la ducha intento no mirarlo mucho. Cuando parece que recupera un poco el conocimiento le digo que se enjabone y yo salgo para buscarle algo de ropa limpia. En su armario no hay mucha ropa, así que finalmente saco unos pantalones color caqui y una camisa azul oscura. Entro en el baño con la ropa y el ya ha salido de la ducha.
-Gracias chico. – por su voz noto que a aún está bastante ebrio.
-No deberías de beber. Lo que menos necesitamos ahora es a un mentor borracho.
-Deberías ir a arreglarte. En la cena tenemos que hablar sobre lo que pasará mañana en el Capitolio.
Salgo del baño y justo cuando voy a cerrar la puerta de su compartimento veo como sale desnudo del baño y coge otra botella. Esas botellas no tardarán mucho en desaparecer de ahí. No sé qué hará cuando se le hayan acabado todas. Mi comportamiento es igual pero no hay ningún objeto de cristal alrededor de la cama. Decido que lo primero va a ser darme una ducha. Como ya he experimentado con la ducha de Haymitch ya sé como funciona, más o menos. Me quedo quieto en la ducha lo que parecen horas hasta que finalmente decido salir. En mi armario encuentro todo tipo de ropa y decido vestirme con una ropa parecida a la de Haymitch.
Cuando llego al comedor ya están todos esperándome. La comida ahora es mucho más vistosa. Me siento junto a Katniss. Aún no he hablado con ella y creo que ya va siendo hora. Cada uno se sirve lo que quiere y yo decido seguir el ejemplo de Katniss, echarme un poco de todo. Todo está delicioso pero lo que más me gusta es un pescado rosado, creo que Effie lo ha llamado salmón.
-¿Vas a darnos algún consejo? – ahora es Katniss la que ha iniciado la conversación.
-No muráis.
-¿Y qué se supone que debemos hacer para no morir? – Katniss comienza a alzar mucho la voz y Effie golpea su copa con una cuchara.
-Por favor, no hables tan alto. Cuando lleguéis al Capitolio deberíais de haber desarrollado cierto modales – enfatiza especialmente en la palabra ‘modales’.
-¿Qué podemos hacer para no morir? – repite Katniss en voz más baja. Mira a Effie y ésta le dedica una sonrisa, complacida.
Haymitch no le responde, la ignora. Katniss se levanta de golpe y sale del comedor.
-Voy a hablar con ella. – me levanto y salgo del comedor no sin antes escuchar como Effie dice algo sobre nuestro comportamiento.
La veo al final del pasillo y corro para alcanzarla. Cuando la agarro de la mano ella se gira y me abraza fuertemente contra ella. Está llorando. Llevo tanto tiempo sin verla llorar que se me hace raro intentar consolarla.
-Katniss tranquilízate. Todo va a salir bien. – no solo le miento a ella, también a mí.
-Es imposible, Gale – dice en un susurro. - ¿Qué puede salir bien? Sólo uno sobrevivirá. No volveremos a pisar el bosque. Le he prometido a Prim que ganaría, pero eso es imposible.
La abrazo con fuerza y así nos quedamos, fundidos en un abrazo que me gustaría que no acabase. Solo uno sobrevivirá, esa frase resuena en mi cabeza. Me gusta sentirla junto a mí, aunque lo que más me gustaría en estos momentos es que estuviera lo más lejos posible.
-Debería haberte hecho caso. Deberíamos haber huido al bosque hace mucho tiempo. ¿Cómo es que nunca nos hemos parado a pensar que esto podría ocurrir?
-Se acabó. No quiero que pienses en eso – la separo de mí y limpio sus lágrimas con mis manos. - ¿Cuánto tenemos? ¿Una semana? Tenemos una semana antes de convertirnos en enemigos e intentar matarnos. Así que vamos a disfrutar esa semana todo lo que podamos, ¿entendido?
No me responde. Sus ojos se quedan fijos en los míos. Me doy cuenta de que jamás sería capaz de matarla. La única forma de poder volver a casa será dejando que la maten otros. ¿Pero es eso lo que quiero? ¿Quiero volver a casa? ¿Sin ella?
-¡Estáis aquí! Os he estado buscando. Ya es hora de que volváis a vuestros compartimentos y descanséis. Mañana va a ser un día muy, muy importante.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Capítulo 3. Algo esperado.


Me ha costado bastante escribirlo porque estoy llenita de exámenes pero recibí una amenaza y he tenido que hacer un hueco este puente para dedicarle unos minutos y subirlo. Así que este se lo dedico a esa chica tan maja, Clara Odair, ( sigoapostandoporti.blogspot.com ) que me amenazó. Otra cosa, si no actualizo mucho el blog haciendo encuestas y eso es porque voy fatal en tecnologías y el blogger no es mi especialidad. Sí, lo sé, soy torpecilla. Jajaja. Espero que os guste.

Cuando nací mis padres no sabían como afrontar la situación. Me imaginaban muriendo en los juegos y se les rompía el corazón. Iban pasando los años y poco a poco me fui acostumbrando a escuchar de noche a mis padres hablando sobre mi futuro y el de mi familia. Pero por mucho que mi familia no quisiera, al cumplir los doce años me vi en la obligación de pedir teselas, e incrementar así el número de veces que mi nombre aparecería en la urna. Pero nunca salía elegido. Me consideraba afortunado. Crecí en el bosque. Tras la muerte de mi padre me convertí, junto con mi madre, en el cabeza de familia. Era yo el que tenía que ir al bosque a cazar y conseguir comida para mi familia. Pero no cazaba solo. Siempre me acompañaba mi mejor amiga, Katniss Everdeen. Nuestros padres habían muerto en el mismo accidente en las minas y eso, al final, se convirtió en algo que nos unía. Intercambiaba lo que conseguía en el Quemador por cosas que eran necesarias para mi casa. Y esto se convertía en una rutina. Teselas. Cosecha. Cazar. Quemador. Y cada año, el día de la Cosecha veía como las puertas de una casa se cerraban, pero siempre veía esto desde fuera. Este año no lo iba a ver. Yo sería la causa de que la puerta de mi casa se cerrara.
Cuando abro los ojos veo como han abierto un pequeño pasillo hasta el escenario y descubro que toda la gente tiene la mirada fija en mí. Pero yo solo puedo fijarme en una persona. En esa chica que hay en el escenario y que me mira con unos ojos que no expresan otra cosa que tristeza y desesperación. ¿Por qué ella? ¿Por qué yo? Las posibilidades de que saliéramos los dos eran tan remotas que ni me había preocupado. No había pensado en ello. Ahora soy yo el que no sabe como afrontar esta situación.
¿Y si salgo corriendo? Me cogerían. Me matarían o me convertirían en un avox, Pero al menos no tendría que ver como mi amiga muere o como tengo que matarla. ¿Matarla? No puedo matarla. Es Katniss.
-Venga chico, sube.- La voz pastelosa de la mujer me despierta. Unos agentes de la paz se dirigen hacia mí para llevarme al escenario. Esto hace que despierte de mi estado de shock.
-¡Vale! Ya voy. Sé andar solo.- Reconozco a unos de los agentes de paz. Se llama Darius. Lo he visto varias veces en el Quemador. Noto tristeza en su mirada. Nos conoce a mí y a Katniss y sabe que somos amigos. Sé que él no puede hacer nada y que no debería de hablarle así. Pero los agentes de paz no se merecen ningún respeto desde mi punto de vista ¿A cuánta gente habrán matado por órdenes del Capitolio y del presidente Snow?
Salgo al pasillo y camino hacia el escenario. Noto como todas las miradas están fijas en mí. Estoy nervioso pero intento mantenerme firme y no tropezar. Cuando llego al pie de las escaleras dudo un poco. Todavía tengo la oportunidad de huir y de que me maten. Pero si subo estas escaleras… Mira hacia arriba y veo como Effie me echa una mano para que la sujete. “Mantén la cabeza alta” me ordena una voz en mi cabeza. Intento obedecerle pero finalmente me obligo a mirar hacia abajo para no tropezar con los escalones.
-Vamos, sube. – La mujer intenta darme ánimos para subir. Su voz suena animada. ¿Le parecerá divertida la situación? Finalmente haciendo bastante esfuerzo tanto físico como mental consigo llegar a lo alto de los escalones.
-Muy bien, Gale. – Me da la espalda y vuelve a darle la cara a su público. – Y estos son nuestros tributos del Distrito 12. Ahora daos la mano. – Me giro para ver a Katniss. Ella, tan perfecta con su vestido y su pelo recogido. ¡Oh, Katniss! No sabes como siento esto. Puedo ver en sus ojos una profunda tristeza. Noto su mano apretar la mía. Ni siquiera me he dado cuenta de cuándo he estirado el brazo. Simplemente estoy inmerso en su mirada. “No Catnip, no te preocupes. Todo saldrá bien”. Sé que no puede escuchar lo que pienso y que es imposible no preocuparse. Pero este pensamiento consigue imponerme algo de confianza y noto que mi mirada ha conseguido tranquilizarla un poco. Tiene que haber alguna solución.
La mujer del Capitolio ha terminado de despedir la Cosecha y nos llevan al interior del Edificio de Justicia. Katniss y yo vamos uno junto al otro. Cuando intentan separarnos para meternos a cada uno en una habitación diferente, la sujeto de la mano para intentar que no nos separen. Pero finalmente los agentes de paz lo consiguen y me encierran en una habitación antes de que me dé cuenta. Me pego a la puerta y escucho los forcejeos de Katniss.
-¡KATNISS!
-¡GALE! – Intento abrir la puerta pero deben de haberla cerrado por fuera ya que me es imposible abrir. - ¡Gale! – Noto como Katniss no aguanta más y finalmente confirmo mis sospechas al escuchar un portazo al otro lado de la puerta.
Golpeo la puerta con todas mis fuerzas e intento tirarla. Si deciden matarme ahora por este atrevimiento Katniss tendrá un tributo menos contra quien pelear. Es entonces cuando un agente de la paz abre la puerta y estoy a punto de caer sobre él.
-Tienes tres minutos.- Me mira de mal humor  y se separa para dejar pasar a mi familia.
 Mis dos hermanos corren hacia mí, llorando, y me abrazan. Yo les correspondo al abrazo y escondo mi cabeza entre sus cuellos. ¿Cómo podrá sobrevivir mi familia sin Katniss y sin mí? Esto solo provocará que pidan más teselas. Que vayan a los juegos como su hermano mayor. Pretenden destrozar a mi familia. Cuando me levanto veo a mi madre con mi hermana en brazos. Me acerco a ellas y abrazo a mi madre como nunca lo he hecho.
-Te quiero, mamá. – La miro y veo como dos lágrimas caen por sus mejillas. Con las manos intento secarlas, pero esto solo provoca que sean sustituidas por otras dos aún más grandes. – Ahora escúchame. No estamos ni yo ni Katniss, así que eres tú la que debe trabajar más duro. Solo coger teselas cuando no quede otra opción. – Le doy un beso a la pequeña que tiene sobre sus brazos y me giro para halar con mis hermanos. - Ahora sois vosotros los que tendréis que cuidarlas a ella. Y también a la hermana y a la madre de Katniss. – Me miran asustados. Acaba de caerles una gran responsabilidad sobre los hombros. - Quiero que entréis en el bosque. Es el único lugar donde  podréis encontrar comida y podéis conseguir cosas a cambio en el Quemador. – Les hubiera explicado esto con más detalles. Pero siempre pensé que si no estaba yo estaría Katniss para cuidar de ellos. – Una última cosa. Cuando creáis estar preparados – los aproximo más a mí para que sólo ellos sean capaces de oírme – Coged a la familia de Katniss y huid al bosque.- Rápidamente se separan de mí y me miran horrorizados.- Sois los que tienen que cuidar de ellas. – Les repito, intentando que mi voz suene autoritaria, pero se rompe antes de que pueda terminar la frase.
Finalmente asienten y me vuelven a abrazar. En ese momento llega el agente de paz. Me levanto corriendo y le doy un beso a mi madre antes de ver como desaparece por la puerta. Vuelvo a quedarme solo, pero mi soledad no dura mucho ya que dos segundos después se abre la puerta de nuevo y veo entrar a Madge.
-Gale…
-¿Madge? - ¿Qué hace ella aquí? Tiene los ojos muy rojos. Ha llorado. Algo me dice que ya ha hablado con Katniss pero no creí que llorase tanto por ella. La miro de arriba abajo. Aun lleva ese precioso vestido blanco pero ya no veo el disco de oro.
-Escucha. Tenemos poco tiempo. Siento muchísimo esto. Cree que haré todo lo posible por devolveros a alguno de los dos con vida. – Un momento. ¿A alguno de los dos? – Os ayudaré a conseguir recursos cuando esteis en la arena y… - Entonces comienza a llorar. Es incapaz de hablar. Me acerco a ella y la abrazo. Sí, es una chica estupenda y tiene un corazón increíble.
-Siento haberte tratado así esta mañana. Esto no es tu culpa. Solo eres una chica más que corre el mismo riesgo que nosotros. Me había enfadado porque no contienes ningún boleto comparado con los que contenía yo. Pero después de haber visto como salía Prim, ya nada parece imposible. – Ya nada parece imposible. Estoy último me hace pensar. Tal vez volver a casa no sea imposible. La separo para mirarla a los ojos. – Te agradecería muchísimo que nos ayudaras, por favor. – Mi voz vuelve a romperse. Ella intenta sonreírme, transmitirme confianza. Pero su sonrisa acaba siendo una mueca. Entonces vuelvo a abrazarla.
Ahora mismo necesito un poco de cariño, y aunque ella no sea mi amiga va a ayudarme, va a ayudarnos a alguno de los dos a volver a casa. Y eso es suficiente para mí en estos momentos. Pero ese momento de felicidad y tranquilidad que se ha producido en medio de todo el caos del que ahora soy testigo termina demasiado rápido. A los pocos segundos vuelve a abrirse la puerta. Me extraña ya que solo esperaba ver a mi familia.
Y es que si me sorprendió la despedida de Mardge, más aún me sorprende esta tercera y última despedida.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Capítulo 2. La Cosecha.

Aquí os lo traigo. Me ha costado subirlo porque debería estar estudiando, pero no me he podido resistir. Es algo más largo que el anterior. Espero que tengáis suficiente para leer hasta que termine los exámenes (dos semanas). Pronto pondré algunas encuestas para saber cómo de largos queréis los capítulos y si queréis adelantos. Que lo disfrutéis.

De vuelta a la Veta decido guardar un panecillo en el saco y el otro llevarlo a mi casa. Entro silenciosamente en mi hogar y dejo el panecillo encima de la mesa, envuelto en una servilleta. Pero justo cuando estoy a punto de salir de mi casa aparece mi madre.
-¿Un panecillo para desayunar? Algo me dice que ya has estado en el bosque. – No le hace mucha gracia que vaya a cazar ya que teme que algún día me detengan.  Pero comprende que si no queremos morir de hambre tengo que hacerlo.
-Sí. Y en la cocina encontrarás lo que sobró ayer. Desayunad vosotros, yo desayunaré en el bosque.
-¿Vas a volver?
-Sí, he dejado algunas trampas que quiero recoger.
-Gale, por favor. – Noto pena y cansancio en las arrugas que encuentro bajo sus ojos. – Ten mucho cuidado. Sabes que si te ocurriera algo… Yo… No podría… - Noto como sus ojos se humedecen así que me acerco a ella y le doy un abrazo.
-No te preocupes, estaré bien.
Se separa de mí y me mira a los ojos. Cada año, antes de la Cosecha, tenemos una conversación parecida a esta.
-Lo siento. Estoy bastante agobiada.
-Te entiendo, es normal. Pero como sabes tengo que volver al bosque. – Me separo de ella y le dedico la mejor sonrisa que puedo. – Estaré bien.- Me acerco y le doy un beso en la frente. Y aquí termina nuestra conversación.
No sé que haría si saliera elegido para la cosecha. No sé cuanto aguantaría mi familia sin mí. Sé que con el trabajo de mi madre pueden arreglárselas pero no toda la vida. En cierto modo, han sobrevivido gracias a mí. Y es así, como imaginando la vida de mi familia si yo no estuviera como llego sin darme cuenta a la alambrada y realizo el mismo camino que hace unas cuantas horas.
Con solo entrar en el bosque mi músculos se estiran y se preparan para cualquier peligro, y entonces sé que ella ya ha llegado. Camino en silencio, haciendo que cualquier piar de los pájaros resulte ruidos.  Cuando he recorrido casi un kilómetro  me detengo en una piedra. Si no la encuentro yo a ella, ella me encontrará a mí. Y, efectivamente, no pasan ni dos minutos cuando la veo aparecer. Lleva su larga trenza como cada día desde que la conozco, la chaqueta que perteneció una vez a su padre y su gran arco. De repente levanta el arco y tira de la cuerda tan silenciosamente que seguro que ni ella haya escuchado el sonido del roce con el aire. Fija su objetivo y permanece así unos instantes antes de soltar la cuerda. Se escucha la velocidad de la flecha y cómo acierta en su objetivo limpiamente. Sonríe orgullosa de su disparo, algo que siempre me ha encantado, y recoge su presa.
-Nunca te he visto sonreír de esa forma fuera del bosque, ¿sabes, Catnip? –Se gira para mirarme y veo como mi comentario ha hecho que su sonrisa se haga más grande aún si cabe.
Saco el pan de mi saco y se lo muerto. Su cara es indescriptible. ¿Felicidad? Tal vez. Se acerca corriendo hacia mí para poder verlo mejor y me lo quita de las manos.
-Aún está caliente. –Dice mientras lo huele. - ¿Por cuánto lo has conseguido?
Me lo devuelve y yo lo parto en dos, tendiéndole la mitad.
-Esta vez, una ardilla. El día de la cosecha tiene sus cosas buenas. Aunque parezca imposible.
Se sienta a mi lado y comienza a mordisquear el pan. Suelta una exclamación, como si acabara de acordarse de algo y veo como rebusca algo en su bolsa.
-¿Qué buscas?
-Nada. Espera un momento. Ajá, aquí está. Prim nos ha dejado algo de queso. –Dice mientras saca de su bolsa un poco de queso envuelto en papel.
Y este es nuestro desayuno. Nos quedamos así sin darnos cuenta del tiempo que pasa. Sentirla a mi lado, hablar, oírla reír. Todo eso hace que el resto del mundo no importe. Para mí solo estamos nosotros, no hay nada más. No hay día de la Cosecha, no hay Capitolio, no hay Juegos Del Hambre. Y entonces en mi cabeza estalla una idea.
-¿Sabes qué? Podríamos hacerlo.
-¿El qué?
-Dejar el distrito, huir y vivir en el bosque. Tú y yo podríamos hacerlo. – Noto como se remueve incómoda a mi lado. Sé en lo que piensa. Prim. Su hermana es todo su mundo. – Si no tuviésemos tantos niños. – Mi último comentario hace que una sonrisa enmarque su boca. Si no tuviéramos tantos hermanos…
Una vez hemos terminado de desayunar, recogemos nuestras cosas y decidimos ir al lago a pescar. Ella es una excelente nadadora. Me ha contado que su padre le enseñó antes de fallecer en el mismo accidente en el que lo hizo el mío. Nos quedamos mirando la tranquila superficie del agua. No decimos nada, pero no es un silencio incómodo. Estar así me relaja, hace que todo el estrés que he estado acumulado esta semana desaparezca. Pero el momento no dura eternamente.
-No quiero tener hijos. – Me sorprende su comentario. ¿Será, tal vez, por lo que antes le he comentado? Imagino a una Katniss adulta, observando a sus niños correr por la Pradera, junto a su marido. Y después me imagino a su marido yendo cada día a las minas, sin pasar tiempo junto a su familia. La veo cada año, observando desde atrás como sus hijos salen elegidos en la Cosecha.
-Puede que yo sí, si no viviese aquí.
-Pero vives aquí.
Conversación zanjada. Es demasiado testaruda como para hacerle cambiar de opinión. Me tumbo en la hierba y miro el azul del cielo. Es demasiado perfecto. ¿Por qué? ¿Por qué la vida te muestra algo que en verdad no es? Todo parece perfecto. Estoy junto a Katniss en este maravilloso lugar, hace un tiempo perfecto. Parece que el tiempo fuera a detenerse y no hubiera mañana. Pensar esto hace que me enfade. No quiero ser positivo. Hoy no. Hoy puedo perderla, puedo perderme a mí mismo, a mi familia, a mis amigos. Hoy cualquiera podría salir elegido en la Cosecha, desaparecería del Distrito 12, a no ser que ganara. Pero el nuestro distrito lleva muchísimos años sin ganar. Definitivamente, si alguno de los dos sale elegido, estos serán los últimos minutos que vamos a pasar juntos. Sí, es el mejor momento para decirle esto que lleva años atrapado en mí. Lo he decidido.
-¡Gale! ¿Me escuchas?
-¿Qu… Qué? – ¿Me ha estado hablando? Estaba tan absorto en mis pensamientos que no la he escuchado.
-Que es mejor que volvamos. Tenemos que pasarnos por el Quemador y por casa del alcalde.
Me pongo de pie y la ayudo a ordenar lo que hemos conseguido hoy. Hemos pescado muchos peces. Por el camino vamos recogiendo lo que encontramos en los arbustos.
-Por cierto, ¡felices Juegos del Hambre! – Digo mientras le lanzo una mora. Veo como ella la recoge con la boca y sonría. – Y que la suerte…
-…esté siempre de vuestra parte. – Y ambos comenzamos a reírnos. Es la frase que la mujer del Capitolio que representa nuestro distrito, Effie, dice todos los años.
En el Quemador intercambiamos todo lo que hemos conseguido. Aunque no lo parezca el cansancio comienza a hacerse de notar. Cuando terminamos aquí. Nos ponemos en camino hacia la casa del alcalde. Le encantan las fresas y las paga bastante bien.
Cuando llamamos a la puerta no es él el que hable, si no su hija, Madge. Tiene la misma edad que Katniss y van juntas a clase. Aunque Katniss nunca admite que sean amigas, es lo más parecido a una que tiene. Madge lleva un precioso vestido blanco, el pelo recogido en un lazo rosa.
-Bonito vestido.
-Bueno, tengo que estar guapa por si acaso acabo en el Capitolio, ¿no? - ¿Qué? ¿Acabo de escuchar bien? ¿Ella en el Capitolio? Pero si es la hija del alcalde. Siempre he imaginado que ella tenía una especie de protección que impide que salga elegida. Ese comentario hace que me arda la cara.
-Tú no irás al Capitolio – Le respondo con crueldad. Algo destella bajo los rayos del sol y hace que mi mirada se dirija a su vestido. Justo por debajo del hombro tiene algo en el vestido, es un aro en el que hay tallado un pequeño pájaro. Tiene que ser de oro. - ¿Cuántas inscripciones puedes tener? ¿Cinco? Yo ya tenía seis con solo doce años.
-No es culpa suya. – Katniss ha intervenido. Sabe que no estoy siendo justo. No, no es culpa suya que tengamos que pasar por esto. Miro la cara de Madge y veo como se ha vuelto pálida. Ahora me arrepiento de haberme puesto así con ella. Pero ella es lo más parecido al Capitolio que tenemos en el doce.
-No, no es culpa de nadie. Las cosas son como son. – Sigue con la cabeza baja. Está claro que hoy no estoy muy fino. Pero no me importa. Hoy no me importa hacerle daño a nadie. Puede que luego me arrepienta, pero para ese entonces ya habré perdido a alguien a quien quiero de verdad y el dolor cubrirá mi arrepentimiento.
-Buena suerte, Katniss. – Le tiende el dinero a cambio de las fresas, aunque sigue sin mirarnos a ninguno a la cara.
-Lo mismo digo. – La voz de Katniss suena como si le pidiera disculpas por mi actitud.
Caminamos de vuelta en silencio. Normalmente me desahogaría con ella pero hoy no estoy por la labor. Cuanto mayor me hago, mayor es el odio que siento hacia el Capitolio y sus habitantes. Noto como Katniss me mira de vez en cuando y sé lo que está pensando, que tengo razón pero que no debería de haber tratado así a Madge. Casi puedo oír sus palabras en mi cabeza. Antes de darme cuenta ya hemos llegado y tenemos que separarnos. Y ahora es cuando siento como si no fuera a volver a verla. Cojo aire hasta que mis pulmones están llenos. Siento el olor a carbón en mi garganta. Y lo suelto todo. Ahora es cuando debería hablar con ella pero, ¿de verdad quiero decirle lo que siento? ¿De verdad quiero correr el riesgo de saber lo que siente por mí y perderla?  Eso sólo nos  haría daño a los dos. Mucho daño. ¿Y de verdad siento algo con ella? Si hablo, ¿no estaría liando las cosas?  Son demasiadas preguntas y no es el mejor momento para solucionarlas.
-Nos vemos en la plaza.- Su voz suena cansada. Cansada de esta situación, de este día.
-Ponte algo bonito. – Y esa es mi despedida.
Veo como se aleja en dirección a su casa. Aún estoy de mal humor. Ver a Madge arreglada por si tiene que ir al Capitolio no me ha sentado muy bien. Es una buena chica, pero para mí, eso ha sido un insulto. Ella nunca ha tenido que meter su nombre más de una vez en las urnas para poder tener algo con lo que alimentar a su familia. Ella no tiene cuarenta y dos veces su nombre en esa urna. Retiro la mirada de la figura de Katniss y entro en mi casa. Allí está mi madre vistiendo a todos mis hermanos. Voy a mi cuarto y cojo la ropa de todos los años para ir a la Cosecha. Mi madre ha tenido que agrandar los pantalones más de una vez. Mientras me aseo oigo a alguno de mis hermanos llorar. Solo espero que no sea por mí, no quiero que lo pasen mal por mi culpa. Tengo un poco de tiempo para pensar en qué pasará si este año salgo elegido. No creo que gane los juegos, los profesionales de mi misma edad se habrán estado entrenando toda su vida y estarán más que preparados para matarme. Aún así, sé que Katniss cuidará de mi familia, al igual que yo cuidaré de la suya si es ella la que tiene que ir a los juegos. Me aterrorizo ante esta idea. Si Katniss va a los juegos no volveré a verla. Esto me hace un nudo en el estómago. Esta mañana he estado con ella. Varias veces he pensado decírselo, pero no he podido. Ahora me arrepiento, puede que haya sido mi última oportunidad para estar junto a ella.
Me despido de mi madre, de mis dos hermanos y de mi hermana y me voy a la plaza. Ellos llegarán después. Por el camino veo a muchos chicos y chicas dirigiéndose a la plaza del distrito. Cuando llego me toman unas muestras de sangre para confirmar mi asistencia y me dejan pasar. Me sitúo junto a los chicos de mi edad. Veo caras conocidas. Todos están asustados, nerviosos. Me giro y veo como llegan Katniss y Prim. Ella lleva un bonito pero sencillos vestido azul y el pelo recogido. No puede compararse con Madge, pero está igualmente guapa así. La ceremonia comienza antes de que me dé cuenta y aparecen el alcalde y Effie Trinket. Esta última lleva un horrible vestido, muy estrafalario.
-¡Felices Juegos Del Hambre! Y que la suerte esté siempre de vuestra parte.
Se gira y da comienzo a la película de todos los años. La ignoro por completo y miro a Katniss, ella está mirándome y me sonría. Puedo leer en sus labios como me desea suerte. La película termina. No, no quería que acabase tan pronto.
-Las damas primero, - Está junto a la urna de las chica. Los latidos de mi corazón se aceleran. Mucho. Que no sea Katniss. Que no sea Katniss.
Saca el papel y lo abre. Son los segundos más largos de mi via. Cuanto desearía que no lo hubiera abierto.
-Primrose Everdeen.
Noto como la tensión de mis músculos desaparece. No puede ser. Veo como la pequeña Prim se acerca poco a poco al escenario. Está horrorizada. No por favor, ella no. Y entonces veo como una figura se abre paso entre todas. Es como si la vida le fuera en ello. Lucha contra la multitud por llegar al pequeño pasillo que se abre en mitad. Es como si pasaran horas hasta que por fin deja atrás a toda la gente.
-¡Prim! ¡Prim! – Katniss grita desesperada el nombre de su hermana - ¡Me presento voluntaria! ¡Me presento voluntaria como tributo!
Y entonces noto como mi corazón se detiene. Soy como un espectador que se ve obligado a presenciar esta escena. Quiero correr, irme, taparme lo ojos. La pierdo. Finalmente la pierdo. Veo como unos agentes de la paz la agarran por los brazos. Prim abraza a su hermana y no quiere soltarla. Katniss intenta tranquilizarla pero le es imposible. Y como un impulso, comienzo a abrirme paso entre la multitud y me acerco hasta las hermanas Everdeen.
Agarro a Prim y la cojo en brazos. Ella sigue intentando agarrar a su hermana, impedir que suba a ese escenario, impedir que ocupe su lugar y tenga que ir a luchar a los juegos. Pero yo no puedo permitírselo, Katniss jamás me lo perdonaría, aunque me encantaría que Prim pudiera hacer algo por su hermana. Continúo caminando aunque un poco perdido. ¿Por qué? Su nombre solo estaba una vez en la urna. No puede ser, es demasiado surrealista. Prim patalea en mis brazos. No pesa mucho, pero la sorpresa me ha agotado y soy incapaz de hacer mucho esfuerzo. Llego al fin junto a la madre de Katniss, pongo a Prim en el suelo y veo como ambas se abrazan. Prim está llorando. Me doy media vuelta, Catnip ha terminado de presentarse y la mujer estrafalaria del Capitolio pide aplausos, pero se hace el silencio e instintivamente me llevo tres dedos a los labios y levanto la mano. Centenares de manos se unen a la mía. Mis ojos comienzan a humedecerse, algo que me extraña ya que llevo muchos años sin llorar, desde el día en que recibí una medalla por la muerte de mi padre. Poco a poco camino hasta llegar a la fila en la que me encontraba al principio de la cosecha. Vuelve a hacerse el silencio. La mujer se acerca a la urna y saca un papel. Son cuarenta y dos papeletas. Puede que el nombre que más veces esté en esa esfera de cristal sea el mío. Cuarenta y dos papeletas. Pero aún así me sorprendo al escuchar mi nombre. 

viernes, 30 de noviembre de 2012

Capítulo 1. Gale Hawthorne.


Aquí tenéis el primer capítulo. No es muy largo ya que no he tenido mucho tiempo libre para escribir. Espero que os guste y si tenéis alguna duda o queréis darme algún consejo me encantaría escucharlos, ya sea por comentarios o por algún otro lado. Y si alguien está escribiendo un blog me encantaría saberlo para leerlo y recomendaros. En fin, que lo disfrutéis.


Los primeros rayos de sol que entran por mi ventana provocan que despierte de esa horrible pesadilla. Mi hermano está aún durmiendo, así que hago el menor ruido posible y me dirijo a lo que llamamos cocina. Por mucho que intente recordar que he soñado no lo consigo. Aunque ya me he acostumbrado a este tipo de sueños, ya que todos los años, este mismo día, todos los chicos y chicas que forman parte de la Cosecha tienen algún tipo de pesadilla. Aún así me considero afortunado. Este año es el último año que mi nombre entrará en la urna. Pero no todo es felicidad. Me he salvado de salir elegido seis años. Pero este año, además de ser el último, es en el que mi nombre está más veces en la urna. Un total de cuarenta y dos veces.
En la cocina encuentro el saco con el que siempre cazo. En él siempre hay todo tipo de instrumentos gracias a los cuales puedo montar algunas trampas. Aun es muy temprano, pero quiero disfrutar del que puede ser mi último día en el Distrito 12. Así que voy a mi habitación y me visto con lo primero que encuentro. Cojo mi saco y salgo al frío amanecer. No tengo que avisar a mi madre ya que ella sabrá perfectamente donde he ido.
Llego a la altura de la alambrada que rodea al Distrito 12 y acerco el oído. Nada. Ni una sola vibración que me alerte si estuviera electrificada. Así que me cuelo entre sus alambres y llego al bosque. Está amaneciendo así que es el momento en el que el bosque comienza a despertar. Sé que no encontraré aquí a Katniss, aun es demasiado temprano y dudo que venga hoy a cazar. Seguramente quiera estar toda la mañana con su hermana. Es la primera vez que su nombre entrará en la Cosecha y, aunque su nombre sólo entra una vez ya que Katniss jamás le permitiría pedir teselas, seguro que estará muy nerviosa. Aunque tampoco creo que Katniss pierda el que puede ser su último día de caza. Coloco un par de trampas cada doscientos metros y cuando ya no puedo montar nada más vuelvo al principio y recorro el camino de nuevo. No han caído muchos animales ya que no hace ni una hora que coloqué las trampas. Recojo lo que he atrapado: un par de ardillas y una liebre, y abandono la espesura del bosque.
La Veta está extrañamente silenciosa ya que no hay ningún minero camino de las minas. Esto hace que no pueda evitar imaginarme el año que viene, madrugando cada día para ir a las minas, las mismas minas en las que falleció mi padre. Esto último me provoca un nudo en la garganta y una terrible sensación claustrofóbica. Llego al Quemador, aquí siempre hay gente, sean las horas que sean, a pesar de que está prohibido. Intercambio la liebre por unos artilugios que me gustaría probar para fabricar trampas. Las ardillas prefiero guardármelas para la panadería. Quién sabe si hoy podré conseguir algo de pan.
Cuando dejo el Quemador me dirijo a la plaza del Distrito 12 y echo un vistazo al edificio de justicia. Hay muchos agentes de la paz preparándolo todo. Trabajan en unos grandes altavoces y en la pantalla en la cual reproducirán la misma película de todos los años y a la que nadie le hace caso. Nadie tiene ganas de escuchar una y otra vez como el Capitolio derrotó a todos los distritos en la rebelión y como nacieron Los Juegos Del Hambre. A veces me imagino organizando una rebelión, acabando con el Capitolio de una vez por todas y devolviendo la felicidad a los doce distritos. Pero entonces veo las caras de los habitantes del doce y sé que no lograríamos nada. Están demasiado asustados. Aunque es normal, ya que si se iniciara una nueva rebelión seríamos los primeros en caer. Somos los peor preparados para vivir por nosotros mismos además de que el Capitolio vendría a por nosotros, destruiría nuestro hogar. Sí, esa sería la única forma de asustar a los demás distritos. Ya lo demostraron al destruir el Distrito 13 hace tres cuartos de siglo.
Cuando llego a la panadería dudo un poco pero finalmente abro la puerta. Por suerte no me encuentro con la mujer del panadero, pero sí con él y con su hijo Peeta. Ambos levantan la mirada pero solo es el panadero el que sigue mirándome, su hijo baja inmediatamente la cabeza y sigue en su trabajo. Está decorando un pastel, no lo hace nada mal, pero dudo que haya alguien en el doce que pueda permitirse pagar eso, ni siquiera el alcalde podría.
-Hola, Gale. ¿Preparado para tu último año en la Cosecha?
Me encojo de hombros y me acerco al panadero. No es buena idea decirle todo lo que opino sobre la Cosecha.
-Sí, yo también recuerdo mi último año. Recuerdo estar muy nervioso, más que ningún otro año, excepto, claro está, cuando entró mi nombre por primera vez. ¿Y tu amiga Katniss?
Y entonces veo como Peeta levanta la cabeza de su pastel. Ha sido fugazmente, puede que ni él se haya dado cuenta de que la ha levantado, pero yo sí. Y eso me molesta. Sé que no puedo estar celoso. Katniss es mi mejor amiga y, por lo que sé, ellos son compañeros de clase. Es normal que se haya interesado por ella. Pero por mucho que lo intente, mi pequeño discurso mental no impide que una alarma en mi cabeza salte.
-Aún no la he visto. Puede que esté tranquilizando a su hermana. Hoy es el primer año de Prim. Seguramente lo esté pasando mal.
-Vaya, es verdad. No recordaba que Prim ya tiene doce años. Hay que ver lo rápido que pasa el tiempo. – Noto algo de tristeza en sus ojos. Entonces mira a su alrededor, como si se asegurara de que nadie lo oyera. - ¿Me has traído algo?
-Pues sí, por eso había venido. – Le dijo en un susurro.- Dos ardillas a cambio de un panecillo, como siembre.
Me mira indeciso, como si no estuviera de acuerdo con algo. Solo espero que no haya subido el precio.
-Hoy te haré una rebaja. ¿Qué te parece si te cambio un panecillo por cada ardilla? – Una gran sonrisa se dibuja en su cara y yo le sonrío igualmente. Y entonces es cuando oigo un carraspeo a mi derecha.
-Más te vale que no se entere mamá. Suficiente se enfada cuando ve que has perdido un solo panecillo. No quiero imaginar lo enfadada que debe de ponerse si se entera que las pérdidas son el doble.
-Ella no tiene por qué enterarse. – Le dirige una severa mirada a su hijo antes de darse la vuelta y entrar en el almacén.
Nos quedamos solos Peeta y yo, el silencio es muy incómodo. No puedo evitar dirigirle una mirada al pastel, es increíble. El pastel es una maravilla pero sobre todo por los dibujo que recorren los lados.
-Vaya, es precioso. – Le digo, sin darme cuenta me he acercado mucho. El olor me embriaga. Parece delicioso.
-Gracias. – Me responde sin ni siquiera levantar la mirada. Genial, eso me pasa por intentar ser amable. - ¿Así que es tu último año? – Me pregunta pasados unos minutos.
-Sí.
-Que suerte. A mí aún me quedan tres años.
-Yo también he pasado por todos esos años. Aunque la verdad es que sí, ha sido suerte. Con todas las veces que ha entrado mi nombre no sé como es que no he salido aún. Aunque este año no es que entre menos veces.
-A veces me siento mal. De todos mis compañeros puede que yo sea el único que nunca ha tenido que pedir teselas. Con esto de trabajar en una panadería mi familia nunca ha pasado hambre. Aunque ser el hermano mayor no ayuda. Si alguno de mis hermanos saliera está bastante claro quién se presentaría voluntario.
-Creo que en eso estamos iguales. Aunque ahora que tengo dieciocho años, a no ser que sea hoy, no tendré la ocasión de presentarme voluntario por ninguno de ellos. – En ese momento sale el señor Mellark con mis dos panecillos. – Muchas gracias.
-A ti, Gale.
-Adiós señor Mellark. Y adiós Peeta. – El último me devuelve el saludo con la cabeza y vuelve a su trabajo.

lunes, 26 de noviembre de 2012

¡Hola queridos lectores!

Antes de nada deciros que no sé cuando subiré el primer capítulo. Estas próximas tres semanas las tengo llenas de exámenes y 1º de bachillerato no es un curso fácil, al menos para mí. Así que os pido paciencia. También quiero daros las gracias porque si estáis leyendo esto es porque vuestra intención es leer la historia que iré subiendo poco a poco. Tampoco os aseguro que haya regularidad en las subidas de los capítulos. En fin, que nos vemos pronto y que si alguien quiere contactar conmigo aquí os dejo mi twitter. Muchas gracias (:
http://twitter.com/AnadelaChica