lunes, 7 de julio de 2014

Capítulo 18. La nueva Vigilante Jefe

Aquí está, tal y como os lo prometí, y bastante puntual. Espero que os guste ahora que empiezo a meterle algo de misterio y ya mismo LOS JUEGOS (la verdad es que estoy deseando escribirlos jejeje).
Me gustaría que comentaseis opinando sobre el capítulo y también respondiendo a la siguiente pregunta: Si os marcharais a un lugar desconocido, solos/as, ¿qué sería lo que más echaríais de menos? Espero con ansias vuestra opinión y ya sabéis, el próximo capítulo lo tendréis dentro de dos lunes.



Observo con atención a la chica que hay sentada justo frente a mí, presidiendo la mesa de reuniones. Comienza a girar uno de los mechones de pelo rojizo entre sus dedos al mismo tiempo que sonría. Es una sonrisa cálida que no se ajusta nada a la situación. En lugar del vestido fluorescente que llevaba en la fiesta de la mansión del Presidente Snow, ahora viste un uniforme gris con tonos azules que supongo será su uniforme de Vigilante Jefe.

-¿Tú? ¿La vigilante jefe? - pregunto, incapaz de creerlo. -¿Qué ha pasado con tu hermano?

-Cometió demasiados errores - dice Atalanta con una calma inusual, y se echa hacia atrás en el asiento - El Presidente Snow ya le había advertido, pero siguió equivocándose, y no tuve más remedio que descubrir todo lo que le había ocultado.

-¿Tú lo entregaste?

-Y a cambio conseguí este puesto. - contesta como si nada - Todo requiere sacrificios, Gale Hawthorne.

Estoy confundido, muy confundido, y las emociones que se suceden en mi cabeza no me sirven de mucha ayuda. Por un lado, una parte está deseando abrirse paso por mi mente y gritar, expresar todas mis emociones y sentimientos. Pero otra parte, a sabiendas de que estoy frente a la nueva Vigilante Jefe, la mano derecha del Presidente Snow, me obliga a comportarme de la forma más educada, ocultando mi rabia y mi temor.

Esta chica, que hace tan solo unos meses se mostraba dispuesta a ayudarme con mis problemas de personalidad y mi obsesión por la defensa que desarrollé en los juegos, ahora será la encargada de aniquilar a mi hermano, imponiéndome así el castigo que merezco por haber desobedecido las normas establecidas por el Capitolio.

Yo confié en ella, pero, al parecer, lo único que hice fue proporcionarle información para que le resultara más fácil acceder a ese puesto, para el cual acaba de dar a entender que ha sido la responsable de la detención de su hermano. ¿Hasta qué punto son capaces de llegar las personas más fieles al Capitolio?

-Vaya, parece que te he dejado sin palabras - la voz de Atalanta me saca de mi ensimismamiento y levanto la mirada. Ahí, sentada cómodamente y sonriente, sin su vestido extravagante ni sus enormes joyas, no parece una chica que haya pasado toda su vida viviendo en el Capitolio.

-¿Para qué me has llamado? - pregunto, intentando recuperar la compostura.

-Eres el ganador de los septuagésimo cuartos juegos del hambre, lo que supone que este año vas a ser una de las principales estrellas - Atalanta se incorpora y se pega a la mesa, acercándose todo lo que puede a mí, aunque la mesa sigue haciendo que entre nosotros haya más de tres metros de distancia - El Presidente Snow quiere asegurarse de que tu comportamiento sea ejemplar.

-¿Crees que voy a comportarme después de que mi hermano se esté jugando la vida en los juegos? - de mi boca se escapa una carcajada llena de sarcasmo antes de contestar a la pregunta que yo mismo acabo de formularme - Creo que no.

Antes de que me de tiempo de arrepentirme de mis palabras y cometer una locura decido salir de aquí. Así que me doy la vuelta y camino hacia la puerta de la sala.

-No tiene por qué morir, Gale.

Me quedo con la mano sobre el pomo y, poco a poco, me giro.

-¿De qué estás hablando? - pregunto incrédulo.

Mi hermano es Rory Hawthorne. Nacido en el Distrito 12, minería. Perdió a su padre cuando tan sólo era un niño. Superviviente de sufrir hambre todos los días de su vida. Desaparecido en el bosque hace un año. Capturado posteriormente por el Capitolio junto a mi hermana pequeña, Posy, y la madre de mi mejor amiga fallecida. Torturado por el Capitolio con ácido en busca de una información que no poseía. Elegido para participar en unos Juegos del Hambre en los cuales, todos los tributos han desafiado las normas del Capitolio.

Tengo que repetirme esto una y otra vez para convencerme de que el Capitolio es el responsable de todos los males de mi familia. Para convencerme de que no voy a confiar en ellos.

-Siempre hay alguien tras los obstáculos de los juegos y, créeme, este año una ayudita no le vendría nada mal a ningún tributo.

Pienso en Will, Cassy y Clove, que confiaron en el Capitolio y se dejaron engañar. Prometieron ofrecer un gran espectáculo con tal de su supervivencia.

Ahora, todos están muertos.

Yo soy el responsable de sus muertes.

Yo soy el único que sigue con vida.

-Nunca me verás haciendo tratos con un vigilante, Atalanta Crane. - le afirmo lo más educadamente posible, utilizando su nombre y apellidos, como siempre hace ella conmigo - Le deseo que pase una buena noche, seguro que necesita recuperar fuerzas para las semanas tan duras que se le presentan.

Me doy la vuelta con la imagen de sus ojos color miel aún grabados en mi mente y salgo al pasillo, en el que el agente que me trajo hasta aquí me espera para acompañarme de vuelta.



Las puertas del ascensor se abren y una sensación de vacío invade mi estómago. Es como revivir mi estancia en este edificio, en esta planta, entre estas paredes, hace tan solo un año. La última vez que estuve aquí, me acompañaba mi mejor amiga quien, de una forma u otra, me aportaba fuerzas y ganas de luchar. Ahora, estoy completamente solo. O no tanto como a mí me gustaría.

-¡Gale! - Effie aparece casi corriendo por el pasillo que conduce a la sala del televisor, lo que parece imposible con las enormes plataformas que hoy se ha colocado bajo los pies - ¿Estás bien? Estábamos esperándote.

Me coge del brazo con fuerza, cortándome la circulación, y tira de mí.

Llegamos a la sala de la que ha salido. En los sofás y sillones, además de Rory y Madge, encuentro a mi equipo de preparación.

Me siento junto a Madox en el sofá y noto como todos guardan silencio, esperando a que les cuente lo ocurrido. Pero no me siento en condiciones de hablar. Las palabras de Atalanta resuenan una y otra vez en mi cabeza. Mi hermano puede morir en los juegos y yo no voy a comportarme como el Presidente Snow querría que lo hiciera. No tengo nada que perder. Sin embargo, si lo hago, tal vez Atalanta le permita sobrevivir. Séneca rompió su promesa con los tributos del Distrito 6 el año pasado, ¿por qué hay algo en mi cabeza que me dice que Atalanta podría ser diferente, que podría ayudarme?

No. No volveré a confiar en ella. Ya lo hice en la fiesta de la Mansión del Presidente Snow, cuando me soltó un largo monólogo sobre cómo su hermano quería sorprenderme presentándomela y cómo ella había matado a Will y a Cassandra para ayudarme a ganar. Eran tan solo simples palabras, mentiras... o al menos intento convencerme de ello.

Miro a mi hermano a los ojos. Es el único familiar que sé con seguridad que queda con vida. ¿Y si muriera por mi culpa, por no aceptar las condiciones que me ha ofrecido la Vigilante Jefe?

Entonces observo a Madge, pienso en su madre enferma y en su padre, solo, a cargo de un distrito que se muere poco a poco, y sé que no podría llegar a ningún acuerdo con Atalanta. Aunque Rory sea mi hermano, Madge también se merece tener una oportunidad para sobrevivir.

-Hemos visto la retransmisión del desfile. - intenta romper el silencio Portia - Rory y Madge han estado increíbles.

-Aunque Madge estaba algo fría. ¿No creéis? - pregunta Madox.

-Madge es fría - respondo, mirándola fijamente a los ojos - como el hielo.

-No va mucho con tus tatuajes, Madox - dice Eridia, que parece la más cómoda de todos nosotros.

-Aunque con el bosque forman una estampa preciosa - mi hermano sonríe irónicamente, levantando una ceja.

-Eso es la nieve - lo corrijo - no el hielo. El hielo es peligroso.

Le guiño un ojo a Madge y ella frunce el ceño, lo que hace que sonría.

-¿Qué opináis del resto de tributos? - pregunto entonces.

Effie me mira desesperada, pero el resto ya parece haber entendido que hasta que los dos tributos bajo los que estoy al cargo se hayan marchado, no voy a contar nada de lo ocurrido hace escasos minutos.

-Interesantes - responde Madge, lo que me parece la palabra más acertada para describirlos.

-Vulnerables - en cambio mi hermano parece muy seguro de sí mismo - La mitad de ellos son adultos, eso nos da una oportunidad a los jóvenes. También hay heridos. Van a ser unos juegos divertidos.

Es su última afirmación la que me eriza el vello de los brazos. ¿Divertidos? ¿Desde cuándo los juegos pueden considerarse divertidos? ¿Acaso mi hermano sería capaz de matar a un chico en silla de ruedas, o a un anciano? Lo miro a los ojos aterrorizado ante la respuesta que éstos me dan. Mi hermano sería capaz de matar a cual quiera. ¿Por sobrevivir? Ya no estoy tan seguro de ello.

-Tal vez deberíais iros a descansar. - digo sin apartar la vista de esos ojos, tan parecido a los míos y que expresan emociones totalmente diferentes - Mañana deberéis madrugar.

-Los entrenamientos comienzan a las ocho – informa Effie, aunque en su voz cantarina hay un deje tembloroso.

-Entonces quiero veros a uno de los dos a las seis y media aquí.

Ambos se levantan al mismo tiempo. Observo con atención a Madge, que es la última en salir de la sala, hasta que cerra la puerta tras ella. Las preguntas no tardan en llegar.

-Oh, Gale. Estábamos tan preocupados. - Effie gimotea y le tiendo una mano que ella acepta encantada, apretándome con fuerza. Ignoro al resto, que no dejan de preguntar cómo estoy, qué ha pasado, qué quería Seneca o todas las preguntas que esperaba tener que contestar. Todo ello, para centrarme en Effie, quien desde el asesinato de Haymitch está mucho más sensible de lo cabría esperar por su parte.

El resto parece darse cuenta y guardan silencio mientras un par de lágrimas caen por las mejillas de Effie, dejando pequeñas marcas en sus capas de maquillaje.

-No puedo hacer esto sin ti – le recuerdo – Te necesito fuerte, energética.

-Lo intento – dice en un suspiro, aunque deja de llorar.

Recuerdo mi odio hacia Effie, hacia su forma de ser, presuntuosa a insensible, y hacia su aspecto físico. Ahora sin embargo, somos dos personas unidas por la pérdida de un ser querido. Una pérdida que me ha ayudado a conocer la fragilidad de las personas, incluso de aquellas que en un principio siempre han parecido disfrutar con los juegos.

Parto la mirada de ella para concentrarme en el resto.

-Hay un nuevo Vigilante Jefe.

La sorpresa es enorme. De nuevo, las preguntas sobre quién es y qué ha ocurrido con Seneca reaparecen. Eridia y Madox comienzan a preguntarme sobre habitantes del Capitolio, supongo que vigilantes, para saber si averiguan quien ha sustituido a Seneca.

-¡No sé lo que le ha ocurrido a Seneca! - exclamo sobre sus voces para hacer que guarden silencio – Lo que sí sé, es que me han llevado ante la nueva...

-¿Es una mujer? - preguntan Eridia y Carlo al mismo tiempo.

-Sí – asiento. - Y ahora, si me dejáis terminar, seguiré hablando – todos asienten y se sientan cómodamente, observándome con atención, como un grupo de niños a la espera de que su padre les cuente alguna historia antes de irse a dormir.

-La nueva Vigilante Jefe es Atalanta Crane.

Todos se miran incrédulos y confundidos. Pero a mí, el único que me interesa ahora mismo es Madox quien, como esperaba, me mira interrogante. Yo asiento a modo de respuesta.

-Gale, te prometo que no sabía que era vigilante.

Los murmullos de desconcierto cesan y todos concentran su atención en Madox y en mí.

-Lo sé. No pasa nada.

-¿Has dicho “Crane”? - pregunta Effie.

-Sí – y comienzo a contárselo todo. Mi visita al Capitolio hace unos meses, en la que Atalanta intentó ayudarme con mis trastornos de personalidad; mi encuentro con ella en la mansión del Presidente y cómo descubrí que era hermana de Seneca; y nuestra conversación de esta noche, aunque obvio mencionar algunos detalles como su ofrecimiento a ayudar a mi hermano a sobrevivir.

-No puedo creerlo – susurra Madox tras mi narración.

-Yo tampoco lo hubiera creído – digo, bajando la mirada y sintiéndome profundamente derrotado.

¿Es que nunca podré confiar en nadie?

-No te preocupes, Gale – dice Effie, acariciándome el brazo – Será mejor que vayas a dormir. Mañana Madge y Rory te necesitarán.

Asiento y me pongo en pie. Antes de salir de la sala me despido de todos y le pido a Effie que descanse también.

Cuando llego a mi habitación busco entre mis pertenencias y no tardo en encontrar el reloj dorado que Atalanta me dio en la mansión del Presidente Snow. “Quiero que estés pendiente de los relojes, son muy importantes” me había dicho tras entregármelo. Ahora me pregunto si no llevará un micrófono o cualquier cosa que le permita escuchar lo que sucede a mi alrededor.

-Traidora – susurro aproximándome el reloj – Confié en ti.

No ocurre nada, pero no esperaba otra cosa.

Me ayudó a ganar los juegos, o eso fue lo que me dijo mientras bailábamos. Pero no sabía por qué. Tal vez fuera mentira. Tal vez yo ganase por mis propios medios y ella se atribuyera ese mérito para ganarse mi confianza. Y consiguió lo que quería.

Tal vez.

2 comentarios:

  1. No sé que pensar de Atalanta, por una parte me cae bien y parece que aboga por Gale, por otra es vigilante, mano derecha de Snow y...No es de fiar, punto, aparte creo conocer a algunos de los tributos y realmente me daría rabia que muriesen, sé que aquí solo puede sobrevivir uno pero aun así...¡Ganas de ver los juegos!

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  2. Te he nominado a un premio, chequealo aquí http://thg-unaprofesionaldiferente.blogspot.com.es/2014/07/premio-y-noticias.html?showComment=1404808199563#c5154309800540324161 , bisss

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