jueves, 30 de octubre de 2014

Capítulo 23. El muro

Bueno, aquí tenéis el capítulo 23. Me ha costado trabajito escribirlo, ya os explicaré por qué (no quiero adelantaros nada). Además, no es que tenga mucho tiempo para esto, no sólo porque tengo un montón de historias a las que dedicarle mi tiempo libre, también porque la vida universitaria no son sólo las fiestas que yo me esperaba (ni mucho menos), en especial cuando estás estudiando Veterinaria, que te pasas las tardes metida en una granja o un laboratorio.
En fin, espero que os guste porque he sufrido bastante estrujándome la cabeza (:
¡QUEDAN TRES SEMANAS PARA SINSAJO!


-¿Qué tipo de arena es esta?

-No lo sé - respondo con lentitud a una aturdida Effie - pero creo que es peor de lo que parece.

En ese momento, un enorme número sesenta aparece en la pantalla. Desaparece enseguida, dando paso a un cincuenta y nueve, al cual sigue un cincuenta y ocho. Aprieto los puños y me concentro en la cuenta atrás. Tengo que olvidarme del miedo y los sentimientos. Ahora es el momento de comportarme como un tributo ganador, como un especialista en sobrevivir a los juegos, aunque nunca me haya sentido como tal. La vida de las personas a las que quiero está en peligro.

-Puedo hacerlo - susurro, y sorprendentemente me siento convencido, capaz de ello.

El número cero no llega a aparecer en la pantalla, sino que aparecen todas y cada una de las caras de los tributos antes de que todos comiencen a correr al mismo tiempo lejos de sus plataformas. Todo se convierte en un auténtico caos.

Enfocan a la chica del Distrito 2, la chica enferma y la única profesional que no parece desesperada por llegar hasta la Cornucopia, sino que camina tranquilamente, como si observara un espectáculo, lo que, probablemente, sea cierto.

Las cámaras no tardan en retransmitir el rostro de Rory, que ha sido de los primeros en llegar hasta la Cornucopia, junto a varios tributos, los profesionales entre ellos. Se desencadena un enfrentamiento entre él y el chico del Distrito uno, que ha cogido un cuchillo tan largo como su antebrazo, lo que ya es decir, porque sus extremidades son más largas de lo normal. No duda en abalanzarse contra mi hermano, que en ese momento le da la espalda.

Effie grita angustiada y yo me muerdo el labio con tal fuerza que noto el sabor de la sangre en la boca. Sin embargo, Rory tiene más reflejos de lo que esperaba y se aparta justo a tiempo, antes de golpearle con el codo en plena cara. El chico no puede evitar un momento de confusión, y se lleva ambas manos a la nariz para intentar detener la hemorragia. Sorprendentemente, mi hermano no le hace el menor caso, ni siquiera intenta atacarle con el extraña arma que ha !!br0ken!!

-¿Qué es eso? - pregunta Effie - Jamás lo había visto.

Niego con la cabeza muy lentamente.

-No lo sé - confieso, observando las dos espadas que mi hermano se cuelga al hombro, cuyos extremos están torcido hacia atrás.

Al parecer, al Capitolio no le parece muy interesante el momento en el que mi hermano comienza a llenar de cuchillos una de las dos mochilas que ha cogido. En lugar de a él, enfocan a Madge, que ha conseguido hacerse con un arco y dispara como loca a los otros dos tributos: el chico del dos y la chica del uno. Posiblemente sea una estrategia para darle algo de tiempo a Rory. Entonces aparece el chico del Distrito 3, el bajito y robusto, corriendo hacia ella con una espada. Reprimo un grito cuando me percato de que tres son demasiados.

Entonces, Gareth entra en acción y aparta al chico de un empujón. Él también ha cogido armas, dos espadas, aunque más finas que las que carga el otro tributo. Madge no se molesta en darle las gracias, o en perder un segundo sorprendiéndose. En lugar de eso, sale corriendo y se reúne con mi hermano en el borde del bosque justo antes de que ambos desaparezcan.

Deseo desesperadamente seguir viéndolos, pero el baño de sangre en la Cornucopia aún no ha acabado. Gareth y el chico del tres siguen peleando sin descanso, ambos malheridos y con la ropa llena de sangre. En la pantalla aparecen sus nombres: Vladimir, del Distrito 3; y Gareth, del Distrito 4. Parece que la pelea no terminará hasta que uno de los dos caiga hasta que se escucha el grito. La imagen cambia y enfoca a la chica del Distrito 4, Roxanne, a la que ha acorralado la tributo del Distrito 6, Nate. Enfocan a Gareth y a Roxanne intermitentemente, algo que no es de extrañar teniendo en cuenta la reacción del chico. Gareth empuja a Vladimir con la espada con tal fuerza que el chico cae al suelo, pero éste no es el objetivo de su contrincante. Gareth se aparta de él y lanza su espada con todas sus fuerzas. Las cámaras describen el trayecto, que se alarga hasta unos cinco metros, antes de que el arma acabe atravesando el cuerpo de la chica rubia, que no tarda en caer al suelo.

¿Cómo ha sido capaz de lanzar ese arma tan pesada a esa distancia? Ese chico, el mismo que ha salvado a Madge hace unos minutos y que parece estar gravemente herido, tiene una fuerza descomunal.

No vuelve la vista atrás para ver como Vladimir se levanta del suelo con dificultad, sino que corre hacia donde está su espada, la separa del cuerpo inerte de la tributo, y sigue a su compañera de distrito hasta la espesura del bosque.

El baño de sangre parece no acabar. Los profesionales se han adueñado de la Cornucopia y no dejan que ningún tributo se acerque, aunque no se muestran tan sanguinarios como en años anteriores, sólo se dedican a asustar o herir a aquellos cuyas intenciones ven claras. Esto debe estar cabreando al Capitolio: se acabó el espectáculo.

Poco a poco todo se despeja hasta quedar los cuatro profesionales y el único chico que no ha podido moverse. Está sentado en su plataforma, con las piernas cruzadas. Es el chico de la silla de ruedas.

Los profesionales avanzan hasta llegar a él y lo rodean. En lugar de sentirse atemorizado ante el acorralamiento, el chico los ignora y coge sus piernas, una a una, hasta descruzarlas y dejarlas colgando al borde de la plataforma.

-Y ahora lo matarán - susurro con voz ronca - Ahí, indefenso, el Capitolio quiere que todo Panem contemple como lo matan. Es horrible.

Effie me lanza una mirada feroz y yo se la devuelvo. ¿Será para ella como ver un simple programa de televisión?

Ahora entiendo por qué odiamos tanto a los habitantes de los Distritos 1 ó 2. Todo es culpa de los juegos, siempre ha sido culpa de los juegos. A través de ellos, nos han enseñado qué distritos son más fuertes y poderosos, cuáles están más preparados para luchar. El Capitolio les ofrece estas oportunidades y es así como nos mantiene separados. No podemos luchar contra los distritos profesionales, más ricos y en los que más armas abundan. Esto es lo que el Capitolio quiere porque, si Panem se levantara, sólo podríamos ganar la guerra si estos distritos mimados se uniesen al bando rebelde, lo que es imposible, puesto que jamás podríamos confiar los unos en los otros.

Sin embargo, Clove confiaba en mí, y yo en ella.

Instintivamente me acaricio la cicatriz que hay grabada en mi labio.

-¿Dónde has dejado la silla? - la voz del chico del Distrito 1, al que le sigue sangrando la nariz, me saca de mis ensoñaciones.

-No han dejado que la trajera - el chico se echa hacia atrás, apoyado en la plataforma sobre sus codos. ¿Cómo puede estar tan cómodo ante ese peligro?

-¿Qué hacemos contigo? - la voz de la chica del dos suena fría y robótica.

El chico se encoge de hombros.

-Podéis dejarme aquí, no creo que vaya a irme muy lejos.

-O podríamos matarte - en un rápido movimiento, la chica del dos se hace con uno de los cuchillos que su compañero de distrito llevaba en el cinturón.

-¿Qué ganarías con eso? - pregunta la chica pelirroja del Distrito 1.

-Un muerto más. Un tributo menos. Un paso más hacia la victoria. Además, en ese estado, tan sólo estaríamos haciéndole un favor.

-Tú también eres sólo una pieza - el tono de voz ha cambiado. Ya no parece un chico a quien no le importe morir, aunque tampoco suena asustado. - ¿O acaso crees que van a estar cuidando de ti siempre? Al final, cuando ellos se enfrenten entre sí tendrán una oportunidad. Sin embargo, tú no tendrás ninguna.

No le deja seguir hablando. La chica enferma le ataca con el cuchillo, y está apunto de acertar en pleno pecho cuando el chico agarra la hoja con las dos manos, reprimiendo una mueca de dolor cuando este le corta ambas palmas.

-Si vas a matarme, primero me dejas hablar. ¿Ves tu fuerza? - la chica parece haberse vuelto aún más pálida por el esfuerzo - Yo no podré moverme, pero tú no podrás vencer nunca.

La chica no puede continuar, atrae el arma hacia ella, rompiendo el contacto establecido, y se deja caer sobre la tierra, respirando con dificultad. La impotencia que siente podría tocarse a través de la pantalla.

-Darme un arma y nos batiremos. Yo sin moverme y tú sin fuerza, a ver quién vence.

-No vamos a ofrecer tal espectáculo - lo corta el chico del Distrito 2. - Vamos a ganar y ya está. Te dejaremos aquí a no ser que quieras lo contrario.

En ese momento comienzan a sonar los cañonazos e, instintivamente, todos los tributos miran hacia el cielo, aunque no surgirá ninguna cara hasta que el cielo se haya oscurecido.

-Seis - susurra el chico de la silla de ruedas una vez ha regresado el silencio - Creo que prefiero quedarme aquí. Estos juegos estarán muy emocionantes, y quiero ser testigo de todos los acontecimientos posibles.

Un chico pelirrojo aparece corriendo por el bosque. No tardo en ponerme en tensión. ¿Qué puede haber más interesante que el asesinato de un inocente para los Vigilantes? O puede que hayan decidido censurar parte de la conversación que estaba teniendo lugar. ¿Y si lo dejan con vida? No conviene que los distritos descubran algún rastro de piedad en los Distritos 1 y 2.

El pelirrojo salta un tronco de árbol con gran agilidad, pero no cae al suelo, sino que su cuerpo choca contra algo sólido en mitad del aire y, con una explosión, sale despedido en dirección contraria. El cañonazo tarda un par de minutos en llegar.

¿Una barrera? Aprieto con fuerza los puños.

-¡Un campo de fuerza! - Effie aplaude dando saltitos en el sofá. Así que es eso. La fulmino con la mirada, lo que la hace detenerse - Esto es bueno, Gale. Muchos morirán ahí y puede que Rory y Madge puedan sobrevivir.

-¿Y si son ellos los que caen en la trampa? - pregunto cortante, a la defensiva, lo que la hace callar - Espera - me pongo derecho en el sofá cuando aparecen ambos tributos del Distrito 12 corriendo hacia donde está el cadáver del chico pelirrojo, directos al campo de fuerza - ¡Maldición! - no soporto seguir sentado, así que me pongo en pie y comienzo a pasear sin quitarle la vista de encima a la pantalla, e ignorando las quejas de Effie.

Están a menos de cinco metros cuando Rory ve el cadáver y se detiene junto a él. Justo cuando Madge pasa a su lado corriendo la sujeta del brazo.

-¿Pero qué...? - empieza Madge, indignada, aunque se calla al ver el cuerpo.

-Debe de ser el tributo del que acabamos de escuchar el cañonazo.

-Lo que significa que el peligro no andará lejos - en un abrir y cerrar de ojos, Madge sujeta el arco con firmeza y tensa la cuerda, dispuesta a disparar.

-Está chamuscado - susurra Rory, observando al chico. Mi hermano parece absorto de la realidad, como si no se percatase del peligro que corre. Levanta la cabeza y clava los ojos en algo invisible que hay delante de ambos, justo donde se encuentra el campo de fuerza - No podemos pasar por ahí.

-¿Qué estás diciendo? - pregunta Madge sin destensar el arco.

-Hay un campo de fuerza.

-¿Qué? - pregunto en voz alta. ¿Cómo lo sabe?

-¿Cómo sabes que hay un campo de fuerza? - pregunta Madge lentamente.

-Porque este chico está chamuscado, pero no parece que haya habido un incendio por aquí a juzgar del estado en el que se encuentra la vegetación. Además - señala un tramo de suelo que hay entre el chico y el campo de fuerza - mira la tierra. Es como si el chico se hubiera arrastrado por ella, pero no hay marcas de manos, con lo que no se arrastró por su propia voluntad. A eso súmale que apenas llevamos dos horas en la arena, con lo que dudo que los Vigilantes hayan activado alguna trampa. Debe ser algo fijo.

¿CÓMO? ¿Cómo ha podido deducir todo eso? Ni siquiera yo habría sido capaz. Ni siquiera yo que he visto la muerte en directo había caído en la posibilidad de que pudiera haber un campo de fuerza hasta que no lo ha dicho Effie. Mi cara de sorpresa debe ser como la que se refleja ahora mismo en el rostro de Madge, o peor aún.

-Un cambo de fuerza - susurra Madge, como si intentase convencerse a sí misma.

Rory coge una rama que hay en el suelo y avanza de forma paralela al campo de fuerza con el brazo que sujeta la rama estirado. Cuando ya ha recorrido unos diez metros, lanza la rama contra el campo de fuerza. Ésta sale despedida hacia atrás a gran velocidad.

-No es puntual - asegura mientras regresa hacia Madge - Puede que se extienda por todo el bosque, con lo que no podremos pasar.

-Pero si apenas hemos avanzado. ¡La arena no puede ser tan pequeña!

En eso tiene razón. Antes de que empezaran los juegos pude ver la arena desde arriba. No es pequeña en absoluto, es enorme. Debe haber un camino para pasar al otro lado del campo de fuerza y adentrarse en el bosque. Ahora lo entiendo, aunque no es una teoría segura. Son fases.

-Podría ser incluso un laberinto de paredes invisibles - susurro, y Effie me mira con los ojos llenos de emoción.

-Debe haber algún punto muerto - comenta finalmente Rory, y me sorprende que ambos hayamos llegado a la misma conclusión.

"Pensáis igual", susurra una vocecilla en mi cabeza, pero la hago callar.

La cámara enfoca a varios tributos. Los profesionales se encuentran en la Cornucopia, pendientes de la nariz del chico del Distrito 1, que ha conseguido empapar su ropa de sangre. La chica del uno no lo duda ni un segundo, y mientras los otros discuten para detener la hemorragia, se acerca al chico e, ignorando sus alaridos de dolor, le coge la nariz y se la tuerce hasta oír un crujido. Deja de sangrar al instante, aunque el chico no puede evitar que varias lágrimas acaben rodando por sus mejillas manchadas.

Al parecer, el chico de la silla de ruedas ha conseguido lo que pretendía, y descansa tranquilamente sobre su placa. Tal vez sea esto lo que ha hecho que el humor de la chica del Distrito 1 haya empeorado considerablemente.

Gareth y su compañera, Roxanne, se han decidido por caminar por el borde del bosque, lo que seguramente los llevará a rodear la arena. Muchos tributos permanecen escondidos en el bosque, cerca de la Cornucopia; y otros han optados por refugiarse en la zona rocosa que hay al borde de la arena, junto a los precipicios.

Todo permanece más o menos en calma, y así es como dejamos Effie y yo las pantallas antes de marcharnos de vuelta al Capitolio, donde nos conducen a un enorme patio lleno de televisores y comida. Todos los habitantes del Capitolio que se disponen a convertirse en patrocinadores están allí, charlando y bebiendo animadamente con el resto de mentores. Ahora ha llegado el momento en el que tengo que comportarme como uno de ellos.

Al final del día, tras ver a dos tributos morir a manos de los profesionales y a uno en el campo de fuerza, establezco contacto con tres patrocinadores que quedaron sorprendidos con la capacidad deductiva de mi hermano. Otros, aunque menos, se interesan por la puntería de Madge, que se ha pasado toda la tarde lanzando cuchillos a los árboles. En cierto sentido, me recuerda demasiado a Clove, sin embargo, no tiene su carácter, ni su estilo.

Cuando volvemos al aerodeslizador, nos conducen a unos dormitorios con televisores. Aunque estoy agotado, estoy decidido a pasar toda la noche frente al televisor.

Poco después de anochecer, ocurre algo realmente extraño. Como todas las noches en la aren, en el cielo aparece el emblema del Capitolio al mismo tiempo que suena el himno de Panem y aparecen los rostros de los tributos fallecidos. Hoy, en el primer día, sólo han muerto diez: la anciana del Distrito 3, la chica del Distrito 5, la joven rubia a la que mató Gareth, del Distrito 6, el tributo masculino de Johanna Mason, ambos tributos de los Distritos 8 y 9, y el chico pelirrojo y la niña pequeña, ambos del Distrito 10. Sólo quedan catorce.

Una vez el cielo ha vuelto a oscurecerse, las cámaras hacen un plano de la arena desde arriba. Un enorme muro de color rojo aparece en la arena, justo donde debería estar el campo de fuerza que Rory y Madge llevan todo el día bordeando. Ahora, todos los teleespectadores podemos ver que el campo de fuerza forma un círculo concéntrico al borde del bosque, y sólo tiene una apertura. Si los tributos quieren pasar al otro lado deberán llegar hasta ella... bordeando toda la isla flotante.

Suspiro lleno de alivio antes de dejarme caer en la cama. Ahora todos saben que no pueden atravesar el bosque tan fácilmente. Supongo que los vigilantes no quieren que todos los tributos acaben carbonizados contra el campo de fuerza.

Me despierto sobresaltado con un extraño grito. Parpadeo para adaptarme a la oscuridad de la habitación. Anoche, finalmente, conseguí quedarme dormido mientras Caesar Flickerman resumía los emocionantes acontecimientos que habían tenido lugar a lo largo del primer día.

El grito se repite, lo que termina de despertarme. Me siento en le borde de la cama y me fijo en la pantalla que sigue iluminada. Abro mucho los ojos al percatarme de lo que está ocurriendo. Hay dos chicos en la zona rocosa, al límite de la arena, junto a los barrancos, que corren, intentando alegarse de esa zona, hacia la explanada desértica en la que se encuentra la Cornucopia. Son un chico de piel oscura y una joven, ambos con rostros desesperados. ¿Pero por qué? Me acerco más al televisor, justo en el momento en el que el temblor del suelo que pisan ambos tributos se hace visible. La chica tropieza e intenta ponerse en pie lo antes posible. El terreno está hundiéndose, cayéndose al vacío.

Me ausento de la realidad mientras las imágenes siguen avanzando en la pantalla. Ni siquiera me inmuto al escuchar los dos cañonazos que marcan el final de dos vidas. Los Vigilantes acaban de destruir parte de la arena, así, de golpe. Pienso en el muro que apareció anoche, el cual pensé que serviría para alertar a los tributos de la existencia de campos de fuerza, para que pudieran sobrevivir. Pero, ¿para qué? ¿Para qué los protegían? ¿Para hacerlos caer al vacío? ¿Por qué los matan de forma masiva? ¿A qué juegan?

“Tal vez”, pienso, “el entretenimiento de este año se base entrampas aleatorias. Trampas que no tienen nada que ver la una con la otra”. Pero no es así, lo sé. Atalanta Crane está al cargo de los juegos, y ella nunca haría algo tan sucio como trampas aleatorias. Todo debe seguir algún mismo patrón.

La mañana trascurre tranquila. Rory le cuenta a Madge la misma sospecha que tuve yo anoche: el muro rojo intenta impedir que todos los tributos mueran en el mismo lugar. Sin embargo, él no ha visto cómo parte de la arena desaparecía. No sabe que a los vigilantes no les importa lo más mínimo cuántos tributos mueran al día, siempre y cuando lo hagan de la forma más sangrienta posible. Los Vigilantes deben tener alguna extraño motivo para obrar como lo están haciendo y ellos no lo saben. Ninguna de las personas que hay sobre esa isla tiene alguna idea de lo que puede suceder en el futuro.


3 comentarios:

  1. Waouh *O*. Desde luego estos juegos se están volviendo impresionantes. No sé a que juega atalanta Crane, pero me temo que es un juego peligroso, me ha gustado el baño de sangre y lo del chico en silla de ruedas ha estado muy divertido, a ver que pasa ahora. :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bueno, no denominaría divertido lo del chico de ruedas, quiero decir, ¿por qué lo han hecho? Quiero causaros dolor de cabeza a mis lectores, siento ser cruel jijiji
      Intentaré subir el próximo capítulo en un mes, saludos hasta entonces (:

      Eliminar
    2. Divertido, podrían haberlo matado, lo dejaron ahí y el chico tenía un valor increíble xD. pues objetivo conseguido, me estoy devanando los cesos con a ver juegan los vigilantes, hasta dentro de un mes.

      Eliminar