viernes, 24 de mayo de 2013

Capítulo 19. El principio del fin.

Hola :)
Os dije que me iba a resultar difícil escribir hoy y creedme cuando digo que me ha sido casi imposible. Pero aquí está. Espero que entendáis que no es muy largo. Estoy ocupadísima este fin de semana y el poco tiempo libre que tengo lo paso estudiando. Tengo que deciros una cosa del concurso, cuando digo que es a partir del capítulo 17 no es obligatorio, pero no podéis cambiar nada de antes. Por ejemplo, si queréis que este capítulo (el número 19) sea igual que en vuestro final alternativo puede serlo y podéis empezar a inventaros el final a partir de aquí. Puede ser a partir de donde queráis. En fin, os dejo este capítulo aquí y, como siempre, espero que os guste. Saludos ^^


-¡CLOVE! - me agacho junto a ella y le cojo las muñecas. Busco su pulso y, finalmente, lo encuentro. Suspiro fuertemente. Ese cañonazo no ha sido el de Clove.

Cojo su cabeza y beso con delicadeza su frente.

-No te preocupes, encontraré a Cato. - le susurro al oído.

Me pongo de pie y corro lo más rápido que puedo. Cruzo el prado hasta llegar a un pequeño árbol negro en cuyo tronco hay un agujero. Meto la mano y tanteo hasta encontrarme con algo que parece un palo. Tiro de él y saco un gran arco de color negro. Sigo buscando en el agujero hasta que encuentro un carcaj oscuro con diez flechas. Me cuelgo ambas cosas al hombro corro hacia la zona donde Clove apareció en el prado. Comienzo a descender lo más rápido que puedo sin saber exactamente a donde ir. Clove comenzaba a sufrir los efectos de las picaduras de rastrevíspulas, comenzaba a tener alucinaciones, así que podría haber ocurrido en cualquier sitio.

Entonces me tropiezo con algo, o mejor dicho con alguien, y caigo al suelo. Saco una flecha del carcaj y la pongo en el arco al instante, justo antes de girarme y apuntar al chico que hay tirado en el suelo. Es Marvel, el chico del Distrito 1. Tiene ambas manas en el cuello y respira con dificultad, emitiendo un sonido horrible. Tenso la cuerda, dispuesto a matar por primera vez. Recuerdo la primera noche en la que se topó con mi trampa. Si estuviera en mi lugar, ahora mismo él estaría matándome de la forma más dolorosa posible.

-Dispara – me dice con voz ronca.

-¿Dónde está Cato? - digo sin apartar el arco y tensando más aún la cuerda.

Él me mira extrañado. Unos ruidos a nuestro lado captan nuestra atención. Proviene de detrás de unos matorrales de unos dos metros de altura. Saco el cuchillo de mi cinturón y me acerco con el arco en alto. Rodeo la vegetación y veo a un chico rubio arrodillado en el suelo.

-Cato – éste se da la vuelta. Tiene los ojos inyectados en sangre. Tantea el suelo con la mano, buscando su espada, que está a unos metros. - Cato – repito – Levanta. No voy a matarte.

-¿Por qué?

-Hice una promesa. Ponte en pie.

Cuando consigue encontrar su espada, se pone en pie con dificultad.

-¿Una promesa?

-Coge a Marvel y subid. - sigue mirándome extrañado y sé que no va a confiar en mí. - Clove ya está en la Cornucopia, a salvo.

Abre mucho los ojos.

-¿Clove está bien? ¿Cómo lo sabes?

-Será mejor que te lo explique ella. Coge a tu aliado y subid.

-No – niega con la cabeza, algo que no parece una buena idea ya que pierde el equilibrio y tiene que agarrarse a un árbol para no caer. - No, hasta que no mate a tu compañera.

-Escuchame – tenso la cuerda tanto que, por un momento, temo que se rompa. - Tu no vas a matarla, Cato. Ahora coge a Marvel y subid a la Cornucopia. Le prometí a Clove que no te mataría, pero si amenazas a Katniss, tengo permiso de romper esa promesa.

-¿Cómo que...?

-Escucha, si quieres saber detalles, preguntáselos a Clove. Ahora, marchaos.

Cato bordea los matorrales sin darme la espalda y yo lo sigo. Se agacha para ayudar a Marvel a ponerse en pie y, poco a poco, comienzan a subir.

-Déjame que lo mate. -oigo que dice Marvel mientras forcejea contra él.

-Estúpido. Si te enfrentas a él en esas condiciones no serás tú el que mate.

Sigo descendiendo con el arco preparado para disparar. Ya he puesto a Cato a salvo, como le prometí a Clove. Podría haber matado al chico del uno, y aún me arrepiento de no haberlo hecho. Pero a su compañera no la he visto y a ella no voy a ayudarla.

Mientras sigo descendiendo pienso en el cañonazo. ¿Habrá muerto Katniss? Intento recordar las palabras de Clove. Katniss.... Rastrevíspulas. ¿Quería decir que a Katniss la habían atacado unas rastrevíspulas? Un ruido ensordecedor hace que me tape los oídos. Por encima de los árboles veo un aerodeslizador acercándose. Empiezo a correr lo más rápido que puedo hacia donde se dirige con un único pensamiento en mi cabeza: que no se lleve el cadáver de Katniss. Del aerodeslizador baja una pinza enorme. Sigo corriendo. Necesito ver a Katniss por última vez. La pinza coge algo que no distingo por culpa de la vegetación y comienza a subir. Sé que no voy a llegar a tiempo para verla, pero aún así sigo corriendo. Colgando de la pinza, distingo una melena rubia. No es Katniss. Es Glimmer, la chica del Distrito 1. Hay una profesional menos.

Me detengo en seco y tomo aire. Sigo descendiendo, ahora más lento. Si Katniss y los profesionales han coincidido, debió de ser el lugar en el que estaba Glimmer. Cuando llego más o menos a la zona no encuentro rastro de Katniss. ¿Habrá muerto ella también y no he visto al aerodeslizador llevarse el cadáver? Camino por la zona. También podría estar herida por las picaduras. En ese caso, no puede haber ido muy lejos.

-Yo puedo ayudarte.

Más rápido de lo que jamás hubiese imaginado, tenso el arco y apunto al lugar de donde procede la voz, a los árboles. Escondida tras un tronco puedo ver una figura pequeña, de piel oscura, con el pelo desordenado.

-¿Rue? - poco a poco, la cabeza de Rue, la niña del Distrito 11, sale de su escondite.

La niña baja poco a poco del árbol hasta llegar al suelo. No puedo seguir apuntándola con el arco, así que guardo la flecha en el carcaj y me lo cuelgo al hombro.

-Sé donde está Katniss.

-¿Dónde?

-Ven – pasa junto a mí y me guía a través de unos árboles hasta que llegamos a una zona donde hay una gran roca. Junto a ella, oculta por unos helechos, distingo la trenza de Katniss.

Corro hacia ella. Tiene hojas en los brazos y el cuello y está tiritando. Me siento a su lado, cojo con cuidado su cabeza y la pongo sobre mis piernas.

-Le he puesto yo las hojas. En mi distrito nos dedicamos a la agricultura, así que sé algo sobre plantas medicinales.

Observo más detenidamente las hojas que rodean las zonas dañadas por las rastrevíspulas de Katniss.

-Has hecho un gran trabajo. - cuando la miro, veo como se ruboriza un poco. Un detalle que hace que me recuerde mucho a la hermana pequeña de Katniss. De repente, Katniss tiembla más fuertemente, sobresaltándome - ¿Por qué tiembla?

-Serán las pesadillas. No sé cuanto puede tardar en despertarse.

-¿Sabes qué ha ocurrido? - ella asiente con la cabeza.

-Katniss huía de los profesionales y se subió a un árbol. Pasaron la noche bajo el árbol, esperando a que en algún momento ella bajase. Yo estaba en un árbol que había cerca y le señalé el nido de rastrevíspulas que había sobre ella. Katniss fue muy valiente. Subió lo más alto que pudo y cortó la rama, pero se llevó unas cuantas picaduras. Todos los profesionales salieron corriendo, pero la chica rubia no fue lo suficientemente rápida. Katniss le quitó el arco – dice aproximándose a una gran roca y sacando de un agujero un arco plateado.

-¿Por qué has salvado a Katniss?

-La he estado observando. Bueno, en realidad os he estado observando a todo. Hay algo en Katniss, no sé qué es, que me impedía dejar que muriese.

-¿Nos has observado a todos? - ella asiente poco a poco. - ¿Quiénes quedamos?

-A parte de los profesionales quedamos nosotros tres, el chico de mi distrito, la chica del Distrito 5 y ambos tributos del Distrito 6.

-Cassy y Will.

-S, los he estado observando. Will quería buscaros a Katniss y tú, quería aliarse con vosotros; pero ella no quiso.

-¿De verdad? - me sorprende que Cassy no quisiera buscarnos cuando parecía interesada de aliarse con nosotros. - Los dos nos pidieron ser aliados pero Katniss se negó. Will el otro día pudo matarme, pero no lo hizo.

-Lo sé, también hablaron de eso. La chica le recriminaba no haberte matado. Dijo algo de que si te hubiera matado tendrían el doble de posibilidades de volver. Pero era extraño, hablaban en plural, como si fueran a volver los dos. Creo que están enamorados – dice sin poder evitar una sonrisa – y tienen alguna esperanza de poder sobrevivir los dos. – su sonrisa desaparece de golpe – Es triste.

-Sí, no es bueno estar enamorado en la arena.

-¿Lo dices por experiencia? - vuelve a sonreírme pícaramente.

-¿Qué? - digo sorprendido.

-Tú y la chica del Distrito 2 parecéis muy unidos. Ella también ha tenido posibilidades de matarte. La he visto lanzar cuchillos y créeme, ella no hubiera fallado cuando te cortó en el brazo.

Instintivamente miro mi brazo. La chaqueta tiene un corte desde el que se puede ver la profunda herida.

-No estoy enamorado de Clove. Simplemente me ha salvado la vida más de una vez.

-¿Por qué?

-Porque quiere ser diferente. Ella dice que lo hace porque no quiere ser conocida como la típica profesional despiadada.

-No me imagino a un profesional que no sea despiadado – dice comenzando a reír.

Yo también río. Miro a Katniss que ahora parece más calmada. Miro su pierna. Por el agujero de su pantalón veo su quemadura, que ahora es de color rosa.

-¡Ey! No tiene la quemadura.

-Anoche recibió un paracaídas. - miro a Rue y después a la maleta que hay junto a Katniss. La cojo y la abro. Encuentro un pequeño tarro que supongo que será la pomada para las quemaduras. Cojo un poco y me la unto en las manos, que tienen un aspecto horrible.

-Sé que las suyas son más graves – digo mirando a Rue que me observa en silencio – Pero las mías escuecen bastante.

Cuando termino guardo el frasco y me giro. Rue y yo nos quedamos en silencio.

-Yo puedo cuidarla, Gale.

Me quedo en silencio. No quiero formar una alianza con Rue. Es una niña adorable, pero no tiene posibilidades de sobrevivir y encariñarme con ella no me ayudará. Tampoco quiero dejar a Katniss sola, no ahora que está inconsciente.

-Puedes fiarte de mí.

-Voy a volver a la Cornucopia. Quiero saber cómo están los profesionales. Aún así vendré. Te traeré lo que cace. ¿Te parece? - ella asiente y a mí se me ocurre algo más que decir – Toma – busco en mi mochila hasta que encuentro una ardilla, la última que tengo. Se la doy y ella la mira desconfiada – También tú puedes fiarte mí, Rue.

La coge y se la guarda en una pequeña bolsa que cuelga de su cinturón. Me pongo en pie y cojo el arco, listo para disparar.

-Mañana vendré. Estarás por aquí, ¿verdad? - cuando veo que asiente comienzo a caminar hacia la Cornucopia.

Cuando llego, me subo a la copa de uno de los árboles que rodea el prado. Los tres profesionales que quedan con vida están tirados junto al lago, pero solo uno se mueve. Clove juguetea con la hierba. Sé que está consciente, pero no creo que acercarme para ver como está sea lo más conveniente. Cuando mis tripas comienzan a hacer ruido bajo del árbol y voy en busca de algo para cazar. Encuentro una madriguera de conejos junto a unas rocas y me escondo, esperando a que alguno salga. Cojo una flecha y la tenso en el arco, listo para disparar. Paso horas sin moverme un milímetro hasta que, finalmente, un conejo sale. Muevo suavemente los dedos, los tengo adormecidos.

Justo cuando voy a disparar, un reflejo rojo aparece tras un árbol captando mi atención e, instantáneamente, disparo. Parpadeo un par de veces, sin comprender qué ha ocurrido. Entonces suena un cañonazo. El conejo sale despavorido y miro donde ha caído mi flecha. En la hierba, una chica pelirroja tiene clavada mi flecha en el pecho. Supongo que es la chica del Distrito 6. Me acerco a ella y le saco la flecha del pecho. Después limpio la punta con la manga de mi chaqueta. La chica tiene los ojos abiertos y la mirada perdida. Me arrodillo junto a ella y paso mis dedos por sus párpados, haciendo que cierre los ojos. Después la miro detenidamente. Acabo de asesinar a una persona y no siento arrepentimiento, ni siquiera pena. En el fondo, ahora mismo, siento que soy capaz de volver a matar a cualquier persona . Cojo una bolsa que lleva encima y la abro. En ella hay comida: un par de pájaros, pan y fruta. Meto la bolsa dentro de mi mochila y decido volver a la Cornucopia. Dejo atrás a la chica y a la madriguera y comienzo a subir.

Una parte de sólo puede pensar en lo que acabo de hacer, pero no me arrepiento. Quiero volver a casa. Esa parte está deseando volver a matar, está deseando que los juegos acaben. La otra parte teme a ésta otra.

Para mí, acaban de comenzar los Septuagésimos Juegos del Hambre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario