lunes, 21 de julio de 2014

Capítulo 19. Mentores

Espero durante unos quince minutos hasta que la puerta del comedor se abre y al otro lado aparece mi hermano, vestido con su traje del entrenamiento. Supongo que se lo habrá proporcionado su estilista a quien, debido al incidente de ayer con Atalanta, aun no he tenido la oportunidad de conocer. Se sienta en el sillón que hay en frente del mío, junto a la gran ventana que nos permite ver los grandes edificios del Capitolio en un fotograma. Me siento aquí para llenarme de odio, para mantener siempre a la vista los lujos que posee el Capitolio, la riqueza, a costa de los distritos a los que pertenecen los tributos a los que matan cada año. Nos lo quitan todos.

-¿Sabes manejar algún arma? Supongo que habrás aprendido algo en el bosque.

No tengo miedo de pronunciarlo en voz alta. El Capitolio lo sabe, y ahora sabe que lo sé.
Mi hermano se encoge de hombros.

-Arco, cuchillo y lanza. Las trampas se me dan mal, es Vick el que se parece a ti en ese aspecto.

Y ahora llega el momento, la cuestión por la que apenas he dormido. ¿Qué estrategia puedo seguir para lograr la supervivencia de mi hermano? ¿Me importa más que consiga patrocinadores o que el resto de tributos no lo considere una amenaza? Teniendo en cuenta quién es, los tributos irán desde el inicio de los juegos a por él, lo consideren fuerte o no.

-Quiero que te comportes como un profesional, pero no hagas aliados. Te traicionarán cuando menos lo esperes.

Asiente, convencido.

-¿Crees que seras capaz de conseguir recursos? - pregunto.

Vuelve a encogerse de hombros.

-Depende de la arena. No es lo mismo un desierto que un bosque o una playa, ¿no?

Lazo un fuerte suspiro. Son demasiados los factores que corren en nuestra contra, pero no se rendirá, y no dejaré que lo haga.

-Tienes posibilidades - le digo sincero, y noto el brillo maliciosos en sus ojos.

-¿Hemos terminado?

Miro el reloj dorado que me dio Atalanta. Me lo he puesto para recordarme quién es y que no tengo miedo a lo que pueda hacer o a lo que haya llegado a ser.

-Puedes marcharte cuando quieras, no voy a obligarte a quedarte.

Asiente y sin decir una palabra más, vuelve a dejarme solo en la habitación.

Parecen pasar horas hasta que aparece Madge. Me quedo allí, mirando con atención los edificio del Capitolio que se han reflejado en la ventana, sus destellos dorados y plateados, su altura, sus decorados. Son preciosos y al mismo tiempo horribles para aquellos que no podemos disfrutar de ellos.

Bajo la mirada hacia mis brazos y trazo con el dedo el contorno de los árboles tatuados en mis brazos. ¿Cuánto hace que no entro en el bosque? La angustia me invade. La última vez que lo hice fue con la tributo de la soy ahora mentor. Si no la hubiese llevado a mi pequeño paraíso tal vez seguiría en el Distrito 12, cuidando a su madre. Y habría otra chica en su lugar, ¿cuál es la diferencia?

-Bonitos tatuajes.

No la he oído llegar. Levanto la cabeza y la observo, apoyada en el marco de la puerta, con su traje de entrenamiento rojo y negro, perfectamente ajustado a su cuerpo delgado y menudo.

-Hola. Te estaba esperando.

Vacila un poco antes de entrar, pero finalmente acaba sentándose en el sillón que hay frente a mí. Cruza las piernas y se deja caer contra el respaldo.

-Cuénteme, mentor.

La forma en que me llama hace que se me tense el cuerpo. Recuerdo a Haymitch hace un año, intentando darnos consejos que nos permitieran sobrevivir. Lo recuerdo borracho, en el tren, cuando Katniss y yo temíamos que no fuera competente, que no nos ayudara.

Pero lo hizo. Y ahora soy yo quien debe hacer lo mismo.

-En realidad no es necesario hablar contigo. Quiero idear alguna estrategia contigo y para ello necesito saber qué tipo de armas sabes manejar.

-Ya lo sabes - responde, moviendo el pie u dando golpecitos en el sillón con el talón - Soy buena con el arco, pero sobre todo con el cuchillo. Lo mio es la puntería, no el cuerpo a cuerpo.

Asiento. Ya lo sabía, yo fui quien la entrenó. Ahora llega el momento de la estrategia. Puede que algunos piensen que es débil, pero la mayoría de ellos la atacarán por creer que es la favorita del Capitolio. Al fin y al cabo, es la hija de una de las personas más importantes del Capitolio.

-No los provoques, creerán que estás muy ligada al Capitolio y son enemigos de él.

-Vaya, pensaba divertirme un poquito provocando a la gente. - sus dedos comienzan a girar uno de sus mechones rubios entre los dedos - Ya que voy a morir...

-No hagas eso Madge. No tienes por qué morir.

Deja caer la mano y se inclina hasta sentarse en el borde del sillón. Yo he hecho lo mismo sin darme cuenta.

-Sabes que moriré, Gale. Hay tributos mucho más preparados que yo.

Sus ojos están llenos de rabia y odio, emociones demasiado fuertes. Niego con la cabeza.

-No dejaré que te maten.

-¿Y qué vas a hacer? - Madge alza la voz. - ¿Entrar en la arena conmigo y protegerme? Eso intentaste hacer con Katniss y fracasaste.

Los ojos le brillan. Sé que no tardará en levantarse y marcharse, sé que no quiere llorar delante de mí.

-No - respondo con tranquilidad - Te ayudaré desde fuera.

-Gale... - aparta la mirada y la clava en el suelo, no termina lo que quiere decirme.

-Escucha - cojo sus manos y las sujeto con fuerza entre las mías - Confío en ti, haz lo que creas que debes hacer en los entrenamientos, en la sesión privada... Pero no provoques al resto de tributos. Consigue aliados inteligentes a los que puedas traicionar en cualquier momento. ¿Lo has entendido?

Asiente y aprieta mis manos con fuerza.

Pasan los minutos y ella sigue mirando hacia el suelo. Yo soy incapaz de apartar la mirada de su nuca.

En algún momento, se levanta y suelta mis manos, caminando hacia la puerta. Yo no la retengo.

-Tendré que luchar contra tu hermano - dice desde la puerta.

-Supongo que tarde o temprano uno de vosotros morirá de alguna forma que no podré evitar.

Intenta un amago de sonrisa y, tras fracasar, abandona la estancia.

Ha llegado el momento de adquirir una mente fría y calculadora. Los protegeré a los dos, y cuando uno de ellos caiga, me aseguraré de que el otro sea el vencedor.

Mi hermano, Rory, o Madge.


Los días pasan lentamente. Sólo veo a Madge y Rory tributos a la hora de cenar. Desayunan antes de que yo me haya despertado y comen con el resto de tributos.
Mientras ellos están entrenando, Effie y yo bajamos a la planta baja, en la que se reúnen el resto de mentores para encargarse de formar aliados. El primer día pocos bajan, pues deciden esperar a que lleguen sus tributos para contarles en quiénes están interesados y quiénes suponen una buena alianza, una buena ayuda para sobrevivir.
El segundo día, Johanna Mason, del Distrito 7, se acerca a mí. Es algo mayor que yo, aunque más bajita. Parecería una inocente adolescente si sus juegos no fuesen unos de los más retransmitidos por el Capitolio. Pon un hacha en las manos de esta adolescente, cuyo distrito se dedica a la obtención de madera, y toda su fragilidad desaparece.
-Hola, Gale.
Lleva un vestido rojo oscuro muy corto y escotado. Al sentarse junto a mí, el borde del vestido se levanta y deja claro que no lleva ropa interior.
-Mis dos tributos está extremadamente interesado en Rory Hawthorne. ¿Qué te parecería una alianza?
Intento centrar mis ojos en su cara, pero estos no dejan de desviarse a su escotado vestido palabra de honor.
-Mi hermano no hace alianzas.
-¡Vamos, Gale! Los míos son fuertes. Son hermano y han ocasionado muchos problemas al Capitolio – su sonrisa se agranda y se acerca más a mí – Juntos, podrían contra los profesionales. Te ofrezco una alianza sin compromiso que Rory podrá romper cuando le apetezca.

-Mi hermano no hace alianzas – repito, apoyando mi mano sobre su hombro y alejándola despacio – y menos con un par de tributos tan unidos.

-Cassandra y Will lo estaban y tú decidiste aliarte con ellos. ¿Cuál es la diferencia?

Empuja con fuerza para acortar la distancia entre ambos, así que me rindo y me levanto del sofá en el que estaba sentado.

-De los errores se aprende, Johanna.

Ese día, como todos, nadie habla durante la cena hasta que decido romper el silencio.

-Está bien. Estoy harto. - todos levantan la mirada para observarme con atención – Necesito que me habléis del resto de tributos. Todos los mentores saben cómo sois vosotros y yo soy el único que no sabe nada del resto.

-No nos has preguntado – comenta Madge, concentrándose de nuevo en su filete de ternera.

-Es vuestra obligación.

-Los profesionales han formado alianzas – responde rápidamente mi hermano – Pero los del cuatro van a parte. La chica es muy débil y tímida, pero el chico está todo el día metido en el puesto de combate cuerpo a cuerpo.

-La chica ni es fuerte ni lista. Lleva dos días intentando encender una hoguera. El chico del cuatro busca un aliado bueno en puntería – Madge me lanza una mirada de complicidad – Supongo que querrá que alguien le cubra las espaldas mientras él pelea.

-Es una buena estrategia – respondo, encogiéndome de hombros.

-¿Te ha pedido ser su aliada? - pregunta mi hermano.

-No, pero se lo oí decir a la chica del seis, la rubia que siempre va con el hombre de la silla de ruedas. Al parecer a ambos les condenaron por el mismo delito.

Effie deja caer el tenedor y vuelve a cogerlo rápidamente susurrando una disculpa.

-¿Hablan de eso en la sala de entrenamientos?

-No, pero la chica lo va gritando. Nadie habla de eso habiendo agentes armados por cada dos metros de pared.

-¿Hay agentes? - pregunto sobresaltado.

Rory y Madge se miran y luego me dirigen miradas interrogantes.

-¿No los había el año pasado? - niego lentamente con la cabeza. Rory se encoge de hombros – Supongo que nos consideran más peligrosos que a ti.

-El caso es que este año no solo los profesionales parecen unos psicópatas. El chico del tres es todo músculo y ayer rompió uno de los muñecos que utilizan para el cuerpo a cuerpo. Apenas puede coger una espada con esos brazos tan grandes.

-Pero cuando la coge más te vale estar lejos de su alcance – aclara Rory.

-El chico rubio del Distrito 11 también es bueno con las espadas cortas – Madge ha abandonado por completo su filete – Y es bueno escalando.

-Normal. Su distrito es de recolección, tienen que subir a las copas de los árboles.

-Pero éste es increíble – me corta Madge.

-Yo a los que temo es a los tributos profesionales masculinos. - mi hermano comienza a pinchar el mantel con el tenedor - El del uno es altísimo y muy bueno con el arco, demasiado. Y el del Distrito 2 es mayor. No es lo mismo luchar contra un niño que contra uno de veinte años, que no solo tiene más fuerza que tú, sino que es más listo. La profesional del uno está enferma, no sé como pretende el Capitolio que gane un profesional si tienen que cuidar de una débil.

-Ta vez este año quieren dejar claro que ni siquiera los delincuentes de sus distritos preferidos están a salvo. - supongo.

-Tal vez – dice, encogiéndose de hombros – Pero no me termina de encajar.

-¿Y qué me decís de los del siete?

-¿Los mellizos? - pregunta Madge.

-Ajá.

-Son buenos. Ella con las lanzas y él con los cuchillos. Se complementan a la hora de protegerse.

-Pero él no es muy fuerte – aclara mi hermano – Es ella la que tiene músculos a base de lanzar las barras a veinte metros de distancia.

-Pero él es rápido y ágil.

Ambos comienzan a discutir sobre todos los tributos. No le dan importancia a los adultos, sobre los que opinan que les falta velocidad; tampoco sobre la niña pequeña que, ha diferencia de Rue, que era capaz de ocultarse, ésta no sabe hacer mucho. Descubro que el hombre del ocho es casi sordo, y que la mujer del once no es grande por entrenar, sino por genética, pues según cuenta mi hermano, se pasa las horas del entrenamiento sentada en el suelo.

Al final los dos terminan de comer al mismo tiempo y se marchan juntos. Entonces decido llamar a Rory. Madge ni siquiera se da la vuelta, sino que prosigue su camino. Rory, sin decir una palabra, vuelve a sentarse en la silla de la que se acaba de levantar.

-Los hermanos del Distrito 7 están interesados en formar una alianza contigo. ¿Qué me dices?

Esto parece sorprenderle.

-Me dijiste que no consiguiera aliados.

-No puedo obligarte a no formarlos. Le he dicho a Johanna Mason que no, porque son dos tributos muy unidos. Sería muy fácil traicionarte. Pero la última palabra está en tus manos.

Mi hermano se queda pensativo unos segundos antes de contestar.

-Mantengo lo que le has dicho a su mentora.

Asiento y se levanta, trazando de nuevo el camino hacia la puerta. Cuando ésta se cierra detrás de él miro a Effie, quien mantiene los ojos fijos en mí.

-Al menos has conseguido que se hablen. Si se muestran menos distantes, llamarán más la atención del resto de tributos.

-¿Eso crees? - pregunto, girándome para volver a mirar la puerta.

-Lo tengo comprobado.

Esa noche decido pasar por la habitación de Madge. Justo cuando voy a llamar a la puerta, ésta se abre y mi hermano la cruza.

-¿Qué haces tú aquí? - pregunto de golpe.

-Tranquilo que no te la voy a quitar – contesta, alejándose por el camino.

-Tu hermano es imbécil – comenta Madge, que acaba de aparecer por la puerta. Tiene las mejillas sonrosadas. - Quiere que nos aliemos, pero me niego en redondo.

-Vale.

Aparta la mirada del lado del pasillo por el que ha desaparecido mi hermano y me mira con atención. No sé por qué he respondido tan rápida y secamente. Tal vez sea porque no me parece bien que mis dos tributos se alíen, poniéndomelo así más difícil a la hora de decidir cuál de los dos debe ser el vencedor. Tal vez sea por otras razones...

-¿Y bien? - pregunta Madge, con el ceño fruncido - ¿Qué querías?

-Me has dicho que el tributo del Distrito 4 busca aliados buenos en puntería, y tú eres buena en puntería.

-¿Pretendes que me alíe con él? - pregunta, abriendo los ojos.

Me encojo de hombros.

-Sólo quería saber qué te parecía. Es fuerte y tú eres pequeña para la lucha cuerpo a cuerpo, ¿no crees?

-Soy rápida y escurridiza – responde con una sonrisa maliciosa.

-Entonces, si su mentor se acerca para proponer una alianza, ¿qué hago?

-Espera a que llegue ese momento. No creo que sea su mentor el que te lo pregunte a ti. Lo he observado y siempre que quiere tratar con otro tributo bueno en puntería lo hace por él mismo.

-¿Quieres decir que puedes manejar la situación por ti misma?

-Exacto.


Al día siguiente, Johanna Mason vuelve a acercarse y me pregunta sobre la alianza.

-Sí, sigue prevaleciendo lo que te dije ayer.

-¡Ay, Gale! Me encantan los chicos que se hacen los duros.

Ignoro su vestido casi transparente y camino hacia un gran tablón en el que aparece el nombre de todos los tributos junto a su resultado. Observo a todos los que mencionaron ayer mi hermana y Rory. El chico del Distrito 4 es de piel bronceada, con el pelo cobrizo formando despeinados tirabuzones en su cabeza. Lo miro con atención. Es muy parecido a...

-Me gusta tu chica. - me sobresalto al escuchar la voz junto a mi oído y me alejo de su origen.

Y ahí está. Pelo cobrizo, alto, esbelto y bronceado.

-Vaya. Pensaba que siempre estabas alerta, ya veo que me equivocaba. Me llamo Finnick. Finnick Odair.

-Ya sé quién eres – respondo, mirando con desconfianza la mano que me tiende.

-¿Ah, sí? ¡Claro que sí! - aleja la mano y se la pasa por el pelo, despeinándose – Soy famoso y encantador. Mientras que tú eres flor de un día, Gale. Dime, ¿eres uno de mis fans?

-No – respondo secamente – Pero siempre te entrevistan para los juegos.

-Normal. La cámara me ama.

-No como el resto de Panem – comento, más para mí que para él.

-¿Cómo has dicho? ¿Insinúas que el resto del país no me adora? - mantiene la mirada clavada en mí y por un momento veo el destello asesino gracias al cual salió de los juegos - ¡Es broma! – exclama, aunque el brillo sigue estando ahí - ¿Para qué quiero que me adoren los de fuera si los del Capitolio me dan todo lo que necesito?

-No puedes hablar en serio – mi voz está llena de desprecio.

-Y no lo hago – responde, girándose para observar de nuevo el tablón. Su tono de voz ha cambiado repentinamente – En el fondo todos hemos pasado por la arena, Gale. Todos, o casi todos, pensamos lo mismo.

-¿Insinúas que todos estamos de acuerdo en lo referente a los juegos?

-Bueno, eso depende. Si tuvieras que volver a los juegos no dudarías en matar, ¿verdad? - guardo silencio y conforme éste se alarga, también lo hace la sonrisa de Finnick Odair – Lo suponía.

-¡Eh! Aléjate de Gale. El ya está haciendo alianzas con mis tributos.

Johanna llega a nosotros y lo empuja, alejándolo de mí.

-Vaya Johanna. Que provocativa.

Ni corto ni perezoso, la mira de arriba a abajo, con detenimiento.

-El hermano Hawthorne está a punto de aliarse con mis tributos. No te entrometas, sex symbol.

Finnick ríe con fuerza.

-No me interesa el chaval. La que me interesa es la chica. - esta afirmación hace que comience a sudar.

-Será mejor que no se entere Annie o vas a tener problemas.

-No en ese sentido. Mi tributo busca a alguien con puntería, al parecer, y sé que ella la tiene. ¿No es así, Gale?

-¿Me estás proponiendo una alianza? - pregunto desconfiado, esta vez me tomaré yo la libertad de rechazarla sin ni siquiera consultárselo a Madge.

-No, no. Mi tributo no me ha pedido nada, ni me lo pedirá.

-Hablando de tu tributo – vuelve a intervenir Johanna – Es de lo más guapo. Se parece a ti

-Casi todos los chicos de mi distrito se parecen. Es lo que tienen vivir al lado del mar: el pelo se esclarece y la piel se broncea. Además, la pesca es un trabajo duro, de hay el cuerpo musculoso. Aunque yo soy más atractivo.

Da un giro sobre sí mismo y se apoya contra la pared, cruzando los brazos sobre su ajustada camiseta. Casi puedo oír suspirar a todos los habitantes del Capitolio ante semejante gesto.

Espero que no tener que soportar mucho al creído de Finnick Odair.

2 comentarios:

  1. JAJAJAJAJAJA Amo a Finnick XD, aunque eso de que su tributo y él se parezcan, me intriga, ¿será algún familiar suyo? Y me parto con su lucha con Johanna, pobre Gale, tener que soportar a esos dos , aunque me encantan xD. Intuyo que voy a amar estos juegos con toda mi alma, al menos hasta que empiecen las muertes :D

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    1. Je je je buena pregunta. Me alegra que te haya gustado el momento de los tres mentores, la verdad es que me lo pasé genial escribiéndolo y tuve que acortar mucho porque si no me ocupaba demasiado el capítulo (y no me daba tiempo a subirlo en el mismo día)

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