miércoles, 18 de septiembre de 2013

Capítulo 9. La primera noticia

Lo sé, ni es viernes ni es día par pero debido a la última entrada que colgué en la cual enunciaba que iba a dejar el blog... Bueno, que quería recompensaros el susto, así que subo capítulo una semana y tres días antes de lo programado. Tengo muchas cosas que deciros. Lo primero daros una explicación dentro de lo posible. No ha sido mi mejor año este 2013 y he pensado en abandonar el blog cientos y cientos de veces pero, por alguna razón, siempre que digo de abandonarlo, recobro la inspiración y las ganas de escribir, tengo miles de ideas y sólo pienso en que no puedo dar por terminado este blog. Lo segundo: a la derecha de las entradas he puesto un chat. Muchos blogs los tienen y creo que es genial para hablar con vosotros, informaros de novedades, darme opiniones y que entre vosotros discutáis del blog. Incluso para que anunciéis los vuestros. Sé que al final seré yo la única que hable, pero bah, por intentarlo... :) También tengo que deciros que he terminado el fanfic que estaba haciendo de Josh pero que se me están ocurriendo ideas para una segunda parte en la cual, muy a pesar de las hutchers, Josh no será el personaje principal, aunque OS PROMETO QUE SERÁ IMPORTANTE. Y por último (seguro que se me está olvidando algo) deciros que aquellos que tengáis wattpad me busquéis si queréis (SteveRae7). Estoy escribiendo una historia. El argumento no me convence pero aun así me gustaría que lo leyerais porque aparece el nombre de una persona muy importante para mí y, en parte, esa historia está escrita para ella (no es la protagonista). Bueno, como daréis por supuesto, ¡ESTE BLOG SIGUE ADELANTE! Aquí os dejo el trailer final oficial definitivo y PERFECTÍSIMO de CATCHING FIRE. 




-Tu pelo ya está listo.
-Cuerpo depilado. Me ha costado un buen trabajo pero lo he conseguido.
-Suerte Gale.
Mi equipo ha conseguido dejarme impecable en un récord de cinco horas. Los observo con atención, tan extravagantes como siempre. Este último mes y medio, desde mi visita al Capitolio, el odio que siento hacia las personas que viven en la ciudad que nos gobierna ha aumentado considerablemente, pero no hacia mi equipo. En el fondo son bastante tiernos y adorables, como si fueran tres cachorrillos. Sería perfecto estar en su compañía si no tuviera que escuchar conversaciones sobre sus riquezas siempre que los veo mientras que mi distrito muere de hambre. Especialmente ahora que ha comenzado a nevar.
Este mes y medio he ido incontables veces al bosque, la mitad de las cuales iba con Madge. Cuando la gente vio que volvía a la caza furtiva, muchos de ellos se atrevieron a entrar en el bosque y comenzar a cazar. Pasamos un par de semanas en la que la felicidad se notaba en el aire del distrito. Pero empezó el frío, las lluvias y las nevadas. La nieve comenzó a cuajar en las calles y, poco después, se convirtió en peligrosas placas de hielo y la gente dejó de ir al bosque. De nuevo había comenzado la escasez.
Portia ya está aquí, lista para ayudarme a vestirme. Sobre la cama de mi habitación deja una bolsa en la que debe estar mi traje. La abro con cuidado y encuentro uno de los trajes más raros que he visto nunca. Portia comienza a sacar las prendas y me ayuda a ponérmelas. El traje consta de una camisa verde casi transparente que deja ver un poco mis tatuajes a través de ella; una corbata verde plateada y unos pantalones negros con purpurina anchos que se ajustan a los gemelos. Portia también me da unas botas altas de cuero negras que, para mi suerte, son planas. Cuando me miro al espejo no sé si levo puestas las plumas de un pavo real o uno de los ridículos trajes de árbol que llevan los tributos del Distrito 7 en el Desfile de los Tributos cada año.
Bajo las escaleras de la Casa de la Aldea de los Vencedores. Abajo me encuentro a un Haymitch sentado en uno de los sofás, ebrio como siempre; una Effie que no deja de pasear de un lado dando órdenes; y varias cámaras de televisión que comienzan a grabarme en cuanto aparezco. También me esperan mis fotografías, colgadas sobre una pared de las que han quitado el mueble y los cuadros que había hace tan solo un par de horas.
Madox puso el grito en el cielo cuando le dije que quería que revelara unas cien fotografías de las cuales sólo elegiría unas pocas. Pero al verlas no se negó. Al parecer, la fotografía puede que sea uno de mis talentos.
Me coloco frente a la pared en la que han colgado las fotografías. Sé lo que toca ahora: me toca decir todo lo que pueda sobre lo que he captado en cinco imágenes y, después, hablaré de mi talento en general. Señalo la primera fotografía, en la que aparecen las puertas de las minas junto a un grupo de mineros que sale de ellas y otro que entra.
-Estas son las minas del Distrito 12 – comienzo a decir – Es nuestra especialidad, así que pensé que sería buena idea mostrarlas. Podemos ver a un grupo de mineros cansados y sucios que salen de ellas después de una dura jornada de trabajo en la que han extraído todo el carbón posible y a otra cuadrilla que llega a ellas. Para mí esta fotografía tiene más de un significado. No sólo me muestra aquello que estaría haciendo ahora mismo si no hubiese ganado los juegos, también me recuerda que en ese lugar se produce alguna que otra explosión cada año en la que mueren mineros. Como mi padre. Mi padre murió en una de esas minas, junto al padre de mi mejor amiga, Katniss Everdeen. Esta fotografía también me recuerda a él y a la tumba vacía que hay en el cementerio de este distrito.
Primer corte.
Paso a la segunda fotografía sin hacer caso a la cara de horror de Effie.
-En esta puede verse al hijo del panadero decorando uno de los pasteles. Es un artista, sin lugar a dudas. Seguro que esto del talento se le daría mejor a él que a mí.
Recuerdo el día de esta foto. Le prohibí a Peeta que siguiera trayéndome pan, así que llevaba semanas sin verlo cuando Madge me aseguró que a la gente le impresionaría ver las obras de arte de Peeta.
-¿Quién es? – pregunta uno de los periodistas.
Lo miro a los ojos, amenazante.
-No tiene nombre. No quiero que os fijéis en el chico, sino en la tarta. ¿Veis esa maravilla? Es para el Capitolio, ellos comen pan seco y mohoso.
Segundo corte.
Haymitch abre mucho los ojos y veo que hace un esfuerzo por aguantar la risa. No tengo que mirar a Effie para saber lo que debe estar pasando por su cabeza. Los modales.
-Tercera foto – anuncio con voz cantarina. Me estoy divirtiendo más de lo que esperaba – Es un niño pequeño jugando con el barro. Creo que no necesita mayor explicación. ¿Queréis un comentario? - Effie niega con la cabeza, pero la ignoro – Este niño sonríe porque no ve los desastres que están ocurriendo en su hogar. Su hermana mayor se muere de hambre y su padre apenas gana salario en las minas para alimentar a un solo miembro de la familia. Aun así, el hijo pequeño, es feliz. Algo que muchos de nosotros no hemos sido en la vida al convertirnos de golpe en los padres de familia.
Tercer corte.
Paso a la siguiente fotografía. Mi habitación, la habitación en la que dormíamos toda mi familia.
-Este es mi hogar. En esta pequeña habitación dormíamos cinco personas. Mis hermanos Rory, Vick y Posy, y mi madre. Y, antes de que naciera Posy, también mi padre.
No necesito añadir nada más para saber que esto también va fuera de las grabaciones. Con sólo mencionar a mi familia sé que lo eliminarán. ¿Las razones? Si esto lo ve la gente, sabrán que tengo familia y que no ha sido entrevistada. Si los tuviera el Capitolio, se descubriría el secreto; y, si estuvieran en el bosque, el Capitolio quedaría en ridículo. Cuanto menos sepan los habitantes del Capitolio de mi familia, mejor para los Vigilantes y el Presidente Snow.
-Última foto: la Veta. Esta casa – digo, señalando una de las decenas de casas que salen en la fotografía – es en la que vivía antes de los juegos. Esta – digo, señalando otra de la que tan sólo se ve la mitad, alejada del resto – era la casa de Katniss Everdeen. – guardo silencio un momento, hasta que finalmente concluyo – No tengo nada más que decir.
Ahora ha llegado el momento de hablar sobre mi talento mientras las cámaras se centran en el resto de las fotografías. Soy todo lo sincero que puedo. Hablo sobre cómo conseguí la cámara, qué me parecía al principio, cómo poco a poco comenzó a encantarme congelar momentos y poder recordarlos siempre que quisiera. Si no fuese por la explicación de las fotos, diría que la exposición de mi talento está bastante bien.
Cuando termino, todas las cámaras se cortan y en un segundo tengo a Effie, que dedica a los periodistas una sonrisa amarga; a Haymitch y a Portia a mi lado.
-Me has sorprendido – dice Haymitch justo antes de tropezar y sujetarse a uno de los cámaras. – Llegué a pensar que podrías hacerlo bien.
-¿Qué ha sido eso, Gale? - pregunta Effie con un ligero tic en el ojo.
-Tenemos que irnos, ¿no? - pregunto con tal de cambiar de tema – Mañana Distrito 11. ¿Puedes comprobar tu horario, Effie?
Effie parece distraerse y saca un cuaderno de notas.
-Sí. Si queremos llegar a tiempo hay que irse ya. Vamos.
Un coche con los cristales tintados nos escolta hasta la estación de tren. Una vez dentro, nos reunimos todos para cenar. Nadie hablar y no se menciona la exposición de mis fotografías, entre las cuales abundaban zonas del bosque. Cuando terminamos, me levanto para marcharme a mi habitación y Haymitch viene conmigo.
-Has decidido acusar problemas, ¿eh, Gale?
-Yo no he dicho eso.
Aunque es cierto, no quiero ir gritándolo por los pasillos del tren, donde debe de haber cientos de micrófonos y cámaras. Haymitch chasquea la lengua y mira a uno y otro lado del tren.
-Será mejor que te vayas a dormir, mañana va a ser un día difícil.
Y no se equivoca. A la mañana siguiente mi equipo me maquilla y me prepara porque estamos a punto de llegar. Portia saca un traje diferente al de ayer: pantalones claros y una camiseta gris rajada.
-Parece que me he encontrado con una bestia – responde, cogiendo la camiseta con miedo a que se desintegre.
-Lo sé – responde con una mirada cómplice – Carlo se lo pasó genial cuando le pedí que la cortara como si estuviese trabajando en el pelo de Madox.
¿Es consciente de los problemas en los que podría meterse por mi culpa? Sí, lo que no sé es por qué lo hace.
Me asomo a las ventanas y contemplo el paisaje, muy diferente al del Distrito 12. Hay enromes campos en los que se ven rebaños de animales pastando. Entonces el tren frena un poco y entramos en un terreno bordeado por una alarmada de unos diez metros terminada en bucles de alambre con espinas. Bajo la alambrada, hay enormes placas de hierro por donde debe de viajar una fuerte corriente eléctrica. De aquí es imposible escapar. Entonces veo las torres de vigilancia, llenas de agentes de la paz y repartidas entre los campos de cultivo, donde hay trabajadores que levantan la cabeza para observar el tren. Así es el Distrito 11, encargado de la agricultura. El distrito de Rue y Tresh. Sus habitantes no deben estar muy contentos conmigo. A uno de ellos lo maté y a la otra la dejé morir.
Effie llama a la puerta de mi compartimento y salgo. Cuando llegamos a las puertas del tren, un grupo de agentes de la paz nos rodea y nos conduce a la parte de atrás de un camión.
-¿Por qué nos tratan así? - pregunta Effie con su voz histérica – Ni que fuésemos criminales.
Desde luego, la vigilancia aquí es mucho mayor que en nuestro distrito. Llagamos al Edificio de Justicia, donde los agentes de la paz nos meten casi a la fuerza. Hay un dulce olor que proviene de las cocinas, donde están cocinando lo que posteriormente será nuestro banquete, aunque también apesta a moho y podredumbre, algo que me agrada ya que me recuerda a mi casa en la Veta.
Nos colocamos en fila frente a la puerta principal mientras suena el himno y el alcalde nos presenta. Las puertas se abren e intento sonreír, pero sólo me sale una mueca. Avanzo hacia la multitud que se concentra en la plaza y que intenta aplaudir con entusiasmo. Atravieso un pequeño pasillo improvisado con una baranda y salgo de la protección que me ofrece el techo para colocarme frente a unas escaleras de mármol. Al principio, el sol me deslumbra, pero una vez que mis ojos se han acostumbrado apenas me molesta. Los edificios están lleno de banderas y me doy cuenta de que la multitud no es tan grande como debería ser. Seguramente han elegido a unas cuantas personas al azar, ya que el distrito es de lo más grandes y su población no podría entrar en la plaza al completo. Al fondo hay un espacio reservado para las familias de los tributos fallecidos. En el lado de Tresh hay una anciana encorvada y una chica esbelta, deben de ser su abuela y su hermana; pero lo que hace que se me encoja el corazón es lo que hay en el lado de Rue. Sus padres, con las caras delgadas y los ojos hinchados, son la viva imagen del dolor. También lo son las cinco criaturas que hay a su lado. Son los cinco hermanos de Rue, ella era la mayor de la familia. ¿Cómo pude dejar que mataran a la pobre Rue?
Las aplausos terminan, una niña se acerca y me entrega un ramo de flores y yo recito un ensayo preparado por el Capitolio del que apenas soy consciente. Entonces llega el momento de decir algo. Carraspeo para aclararme la voz y comienzo a hablar.
-Tresh mató a mi mejor amiga y por ese motivo lo he odiado desde que gané los juegos. - clavo la mirada en los ojos oscuros de su hermana – Sin embargo, me he dado cuenta de que todos nosotros matamos para poder volver a casa. A muy pocos les importaba la riqueza, lo que queríamos, era regresar con nuestras familias. Supongo que Tresh no era cruel, sino que sólo intentaba volver a casa, como los demás.
Parpadeo con fuerza, recordando el momento en el que el sable de Tresh recorría el cuello de Katniss, abriendo una herida que jamás volvería a cerrarse. Ya no hay vuelta atrás. Ahora, clavo la mirada en una niña que es igualita a su hermana.
-Pude salvarla y no quise hacerlo. En un principio pensé que así conseguiría salvar a Katniss; aunque ahora lo pienso y no encuentro el por qué de mi comportamiento. Lo siento muchísimo.
Volvemos a entrar en el Edificio de Justicia y nos conducen a una habitaciones en la que descansar. Entonces Haymitch me coge del brazo y me guía por decenas de pasillos y habitaciones. Subiendo escaleras hasta que llegamos a una especie de desván.
-Aunque no lo creas, estoy sobrio – comenta sin aliento.
-¿Pra qué me has traído aquí?
-¿Es esto lo que quieres? Hacer que todo el mundo rompa las normas impuestas por Snow?
-Sí – afirmo. No ha hecho falta que se lo dijese para que supiera lo que planeaba.
-Y supongo que Portia te ayuda con esto – añade, sujetando una de las mangas de mi camiseta rajada.
-Supongo.
-¿Sabes por qué? - frunzo el ceño. ¿Si sé qué? - Setenta y cinco años son demasiados. La gente se ha cansado de todo y hay planes.¿Lo entiendes?
Sí, lo entiendo. Aunque no sé que tengo que ver yo en esto. Siempre he sospechado que alguien tendría planes de revolución, pero que nadie era capaz de llevarlos a cabo.
-Tienes que seguir así – añade Haymitch – Llevándoles la libertas con esto.
Alza el brazo y clava uno de sus dedos en una de las rajas de la camiseta, en los árboles que ahora llenan mi cuerpo.
Asiento.
Bajamos a la habitación en la que estábamos y permanecemos allí unos minutos hasta  que aparece un grupo de agentes de la paz para llevarnos al comedor. Primero entra mi equipo de preparación con Portia, después Effie, Haymitch y, para terminar, yo.
La gente pasea de un lado a otro llevando platos de comida. Yo me siento en una de las mesas, pero no como nada. Tampoco hablo con nadie hasta que una mujer mayor, de piel aceitunada y ojos del color de la miel se sienta a mi lado.
-Hola – saluda con voz cansada – soy Seeder.
Entonces noto como se acerca a mí y mete una mano en uno de los bolsillos de su pantalón. Después la saca con delicadeza.
-Encantado.
Intento ser respetuoso ya que se trata de una mujer mayor y del Distrito 11, al que le he provocado dos pérdidas. Pero me siento muy incómodo y parece notarlo, así que se levanta y se marcha.
Cuando al fin volvemos al tren voy a mi habitación sin hablar con nadie más y por el camino meto mi mano en el bolsillo, donde encuentro un trozo de papel. No lo saco, no es seguro. Me meto en la cama, con las luces encendidas, y me oculto por las sábanas, dejando tan sólo una pequeña abertura por la que pasa la luz. Saco el papel y leo lo que hay escrito en él con letra grotesca y descuidada, como si la persona que lo ha escrito tuviera prisa. Tal vez fuera eso y el miedo a ser descubierto lo que ha hecho que sea difícil descifrar las palabras.
“Es fácil para ti, dónde la vigilancia de tu distrito es menor. Sin embargo, aquí es demasiado difícil romper las reglas. Aun así lo has conseguido, esas fotos nos han transmitido la libertad que todos ansiamos.”

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